La última tragedia en el Mediterráneo, con 22 desaparecidos de una patera, ha puesto en evidencia la nueva política del Ejecutivo español en materia de rescate y salvamento de inmigrantes, basada en dar mayor relevancia a Marruecos y fomentar las acciones cooperativas. Las oenegés y Salvamento Marítimo ya lamentaron el miércoles que el país vecino no solicitó cooperación para la búsqueda y que las muertes «se podían haber evitado», y ahora es la Comisión Española de Ayuda al Refugiado (CEAR) quien, con motivo del día internacional del refugiado, exigió ayer al Gobierno una «revisión» de esas actuaciones.

«Queda puesto en evidencia el fracaso del cambio de estrategia y las consecuencias de retirar nuestro servicio de Salvamento Marítimo más allá de la zona de salvamento y rescate (SAR)», denunció la organización.

En un comunicado, abogó además por dotar a ese servicio, «que era una referencia a nivel europeo», de los recursos materiales necesarios. «Confiamos que no se tomen más decisiones que dificulten su actuación», reprochó la CEAR, que recordó que en lo que va de año 218 personas han perdido la vida cuando trataban de alcanzar las costas españolas.

EN ZONA MARROQUÍ

El drama se produjo a escasas 12 millas al norte del Cabo Tres Forcas, en la zona SAR de Marruecos, lo que según la oenegé Caminando Fronteras impidió que los aviones de Frontex y el Ejército del Aire pudieran participar en las labores de rastreo en esa área. La embarcación había salido el martes de un punto cercano a Alhucemas, y tras casi dos días a la deriva sus ocupantes, de origen subsahariano, fueron localizados y rescatados por un ferri de pasajeros que une Motril (Granada) con Nador.

Seis de los 27 supervivientes, entre ellas dos mujeres y una niña, fueron evacuados de urgencias en un helicóptero a un hospital de Almería, dado su estado crítico, con hipotermia y quemaduras. Fuentes sanitarias confirman que su evolución es favorable y permanecen en el área de observación.

Los ocupantes narraron que vieron morir a sus 22 compañeros y tuvieron que tirar sus cuerpos por la borda para evitar infecciones y enfermedades al resto de las personas que viajaban en la patera.