El ritmo de reducción de nuevas infecciones de VIH, de las muertes asociadas al sida y del aumento al acceso a los tratamientos se está ralentizando, según advirtió la Organización de las Naciones Unidas (ONU) ayer, en su informe anual sobre esta grave enfermedad. De hecho, los datos del 2018 arrojan que casi 38 millones de personas (37,9) presentan el virus de inmunodeficiencia humana (VIH), pero solo dos de cada tres tienen acceso a los tratamientos antirretrovirales. En el 2018 se produjeron un total de 1,7 millones de nuevos contagios, el 16% menos que en el 2010, y 770.000 muertes, el 33% menos que en ese año.

Según subrayó la ONU, el mundo está «progresando», pero «cada vez menos», puesto que los contagios y las muertes siguen disminuyendo pero a un ritmo menor y de forma desigual en los distintos países, en un contexto en el que la «brecha» entre los recursos necesarios y la disponibilidad de los mismos se está ampliado. Así, por primera vez, la financiación global cayó 880.000 millones de euros, debido a que los donantes redujeron sus inversiones y los gobiernos tampoco suplieron esa merma.

Esta desaceleración, avisó Onusida, pone en riesgo los objetivos marcados de reducir las muertes el 50% en el 2020. Asimismo, ese año, el 90% de las personas infectadas deberían conocer su estado, el 90% de los diagnosticados tendrían que recibir tratamiento y el 90% de ellos deberían suprimir la carga viral significativamente. En el 2018, los porcentajes se situaron en el 79%, 78% y 86%, respectivamente, por lo que, según la organización internacional, «queda un largo camino por recorrer».

CONTRASTES

Y es que los avances son muy desiguales. Así, las muertes han descendido en gran medida por los progresos efectuados por países como Sudáfrica, donde se presentó el informe, pero han aumentado el 5% en Europa del Este y Asia central y el 9% en Oriente Medio y África del norte. También se han incrementado los contagios en estas zonas.

Según la Organización Mundial de la Salud (OMS), aun hoy alrededor del 30% de las personas que inician el tratamiento contra el VIH padecen la enfermedad ya en un estadio avanzado, lo que aumenta las posibilidades de que fallezcan y de que sufran otras infecciones, como la tuberculosis y la meningitis criptocócica, que también les conducen a la muerte, alertó Médicos Sin Fronteras, en coincidencia con el informe.

De hecho, uno de cada tres fallecimientos relacionados con el sida se debe a la tuberculosis, mientras que la meningitis criptocócica representa entre el 15% y el 20% de las muertes. Pese a ello, según MSF, se presta muy poca atención a la detección y tratamiento de las personas con VIH avanzado y las pruebas y el tratamiento para infecciones asociadas está muy «limitado».

«Muchos pacientes acuden primero a los centros de atención primaria cuando se sienten enfermos. Si estas clínicas no están equipadas y formadas para detectar el VIH avanzado, los pacientes en riesgo no serán detectados ni tratados y su estado se deteriorará hasta que padezcan una enfermedad terminal. Luego, algunos serán remitidos a hospitales que a menudo no cuentan con las herramientas básicas para gestionar estos casos», explicó Gilles van Cutsem, coordinador del grupo de trabajo de VIH/Sida de MSF, quien señaló que en países como República del Congo, Guinea, Malaui y otros lugares se producen muertes en las 48 horas posteriores al ingreso.

«Necesitamos incrementar urgentemente el liderazgo político para acabar con el sida. Esto empieza por invertir adecuadamente y por observar qué es lo que hace tan exitosos a algunos países», reclamó por su parte Gunilla Carlsson, directora ejecutiva de Onusida.