Hoy el llamado ‘sobregate’, el error en la 89 edición de los Oscar que hizo que durante dos minutos y 25 segundos ‘La La Land’ se coronara y celebrara como mejor película aunque la verdadera ganadora era ‘Moonlight’, da para unas cuantas risas, para la autoparodia e incluso para análisis desde perspectivas positivas. Teni Melidonian, la responsable de comunicación de la Academia de Hollywood, ha asegurado, por ejemplo, que fue indiscutiblemente “uno de los mejores momentos de la televisión en directo” y Jimmy Kimmel, el cómico que era maestro de ceremonias entonces y que este domingo vuelve a repetir en el papel, ha bromeado diciendo que “el 99% de la gala fue bien”. Sin embargo, aquella monumental pifia fue un asunto serio y representa una sombra y un fantasma en la historia de los Oscar que nadie quiere que se vuelva a repetir.

Para asegurarse de que es cosa de una sola vez, la Academia y PricewaterhouseCoopers, la firma que desde 1934 lleva la contabilidad y finanzas de la institución y es responsable del recuento de votos de los Oscar y de la entrega de los sobres a los presentadores (el momento clave en que erró Brian Cullinan, uno de sus empleados), han preparado un nuevo protocolo de actuación, que consta de seis puntos. Y el primero, que se anunció ya el año pasado poco después de la vergonzosa deblace, es tajante: los empleados de PwC no podrán usar el móvil ni las redes sociales durante la gala.

Porque sí, fue "un error humano" darle a Warren Beatty el sobre de repuesto del premio a mejor actriz (Emma Stone por su trabajo en ‘La La Land’) en lugar del que confirmaba a ‘Moonlight’ como mejor película. Pero se considera probado que el humano que lo cometió (Cullinan) andaba despistado colgando en Twitter fotos desde su privilegiada posición entre bambalinas.

El nuevo protocolo

Ni Cullinan ni Martha Ruiz, la otra empleada que trabajó en los Oscar del año pasado, volverán este año al Teatro Dolby (aunque mantienen sus puestos de trabajo en PwC). En la gala serán sustituidos por dos colegas, que este domingo pondrán en marcha el nuevo procedimiento, en el que también el presentador que recibe el sobre y el mánager del escenario comprobarán que es el correcto.

El nuevo protocolo implica además a un tercer empleado de PwC, que como sus colegas participará en todos los ensayos y tendrá una copia de los sobres con los nombres de los ganadores en las 24 categorías, que también como ellos habrá tenido que memorizar. Pero ese tercer contable se sentará en la sala de control desde la que se dirige la realización y retransmisión de la gala. La idea es que si algo sale mal haya más velocidad de reacción que el año pasado, cuando Cullinan y Ruiz se paralizaron.

Todo decidido

Si hay sorpresas este domingo se quiere que sea solo por las decisiones que hayan tomado los 7.258 académicos con derecho a voto, que tenían de plazo hasta este miércoles para emitir sus votos. Y nadie las descarta, especialmente en lo referente a mejor película, la única categoría donde en vez de votar por un solo título los académicos votan, en orden de preferencia, a todas las nominadas (nueve este año). Quizá se imponga ‘La forma del agua’, favorita siquiera numérica con sus 13 candidaturas; puede ser que gane ‘Tres anuncios en las afueras’ o, no es descartable, podría coronarse ‘Déjame salir’.

Sea alguna de esas tres o de las otras seis nominadas la película ganadora, cualquiera merece paladear el triunfo, algo que el año pasado el embrollo del ‘sobregate’ amargó al equipo de ‘Moonlight’, como ha recordado el actor Mahershala Ali en un memorable repaso a lo ocurrido aquel día elaborado por ‘The Hollywood Reporter’ con testimonios de 29 de quienes lo vivieron. “Nunca sentimos como que ganamos aunque habíamos ganado. No fue lo que debería haber sido”.