Ayer fue el Día Internacional de la Tuberculosis, uno más de los muchos días dedicados a los muchos problemas de nuestro planeta. Por dos razones la tuberculosis es un caso especial. Porque cada año mata a casi tres millones de personas y porque, paradójicamente, es una infección curable a bajo precio.

Las muertes por tuberculosis han vuelto a aumentar en muchos países, incluyendo la cercana Europa del Este. En el nuestro, aunque las tasas globales disminuyen, siguen siendo de las más altas de Europa Occidental y aumentan de forma preocupante entre la población inmigrada. Sida y tuberculosis se potencian mutuamente y ambas pandemias, en Calcuta o en los centros históricos de nuestras ciudades, están relacionadas con la pobreza.

Pero la tuberculosis no sale en la tele, ni genera la simpatía de la beautiful people. Quizá porque la mayoría de los nueve millones de nuevos enfermos anuales son pobres y, ya se sabe, quien paga, manda.

*Médico epidemiólogo.