Fernando Blanco, condenado a cinco años de prisión por estafa al utilizar la enfermedad rara que padecía su hija Nadia Nerea para enriquecerse con las donaciones recibidas para tratamientos que no se llevaban a cabo, salió ayer sobre las 12.55 horas de la cárcel de Ponent, en Lleida. A primera hora de la mañana, la Audiencia de la capital del Segrià ordenó su inmediata libertad al haber cumplido el máximo de prórroga de la prisión provisional. La sentencia dictada contra él todavía no es firme.

El Código Penal establece que una persona no puede estar en prisión preventiva más de la mitad del tiempo de la condena que se le ha impuesto cuando esta no es definitiva. Este plazo se cumplió ayer y de ahí la liberación de Blanco hasta que la sentencia no sea firme. Por ahora no lo es. El Tribunal Superior de Justicia de Cataluña (TSJC) confirmó la pena de cárcel, pero ordenó que se modificara parte de la sentencia respecto a las indemnizaciones.

Además de ordenar la libertad, la Audiencia de Lérida estableció la retirada del pasaporte del padre de Nadia y la prohibición de abandonar España, así como la obligación comparecencias cada 15 días en un juzgado.

La niña sufre una enfermedad rara (tricotiodistrofia), sin riesgo para su vida. Sus padres, Fernando Blanco y Margarita Garau, usaron su dolencia como engaño para captar dinero. Este es el escueto resumen de la sentencia dictada en noviembre del 2018 por la sección primera de la Audiencia de Lérida, que condenó por estafa continuada agravada a los progenitores. Al padre le impuso cinco años de prisión y a la madre, en libertad, tres años y seis meses de cárcel. El tribunal considera acreditado que ambos se enriquecieron en 402.232,65 euros. La justicia tiene confiscados 320.000 euros.

La sentencia subraya que los padres de Nadia «urdieron un plan para obtener un lucro patrimonial ilícito» y que entre los años 2010 y 2016 dieron entrevistas en las que no solo ofrecían explicaciones de la dolencia de la niña, sino que manifestaban que necesitaban dinero para «sufragar los elevados costes de falsos tratamientos».