"Mi único pecado en El Salvador es que empecé a trabajar con la gente sin derechos". Así lo manifestó ayer a su llegada a España el sacerdote manchego Antonio Rodríguez --más conocido como el padre Toño--, después de haber permanecido detenido más de un mes en el país centroamericano, donde fue condenado de colaborar con las maras.

El sacerdote fue recibido en el aeropuerto madrileño Adolfo Suárez-Barajas por sus padres, sus hermanos y otros familiares, con abrazos y lágrimas, junto a una pancarta en la que exigía "libertad y justicia" para él.

Rodríguez destacó a su llegada a España que que ha dedicado quince años a trabajar por la prevención, la reinserción y la atención de víctimas de la violencia en El Salvador.

Tras su detención, fue condenado a treinta meses de prisión por el Juzgado Especializado de Instrucción de Santa Ana por los delitos de introducción de objetos ilícitos, tráfico de influencias y asociaciones ilícitas.