Detrás de un niño que despunta o muestra un talento especial, siempre hay un adulto que ve una oportunidad. Cante, juegue al fútbol, actúe o sea fotogénico, qué progenitor no se ha planteado apuntar a su hijo a una agencia de modelos, a un cásting o a un concurso de televisión. Youtube lo pone fácil. Suben un vídeo, y luego otro y otro más, y la plataforma de vídeos de Google (la auténtica dueña de Youtube) ofrece un sistema de monetización basado en anuncios, los famosos Adsense, que la han convertido en la segunda empresa más valorada del mundo.

Pero a partir de ahí, ni es tan fácil tener visitas, ni que generen dinero y los padres entran en el terreno de los antiguos mánagers de artistas, versión 3.0. Youtube paga a sus asociados según cuántas alguien haya visto el anuncio, por el tipo de formato, de público y por dónde esté. Y las cantidades son muy variables y no las difunden. En España, por cada mil personas que han visto un vídeo, entra un euro, más o menos, según estadísticas consultadas por este diario. Si el público es de América Latina, se paga menos.

Lograr que el vídeo tenga visitas dependerá del tema, de cómo se describa, se difunda y cuántas suscripciones tenga el canal (el algoritmo de Youtube tiende a mostrar los más populares o los más recientes), así que hay que ser constante y oportuno para que se la red le dé un empujoncito y lo convierta en rentable. Y hacer un máster o casi en grabación y edición de vídeo y redes sociales. «El contenido es muy importante, tienes que poner novedades, no juguetes viejos. No es que el niño tenga una habilidad y por eso destaca en Youtube. Hay que saber qué se graba, cómo y cuándo. Y eso es el 50% del canal. En Youtube funcionan las tendencias: el reto de la botella, el mannequin challenge, los regalos de Navidad… Se trata de enseñar el producto antes que los demás», dice Mónica Vicente, de Hoynohaycole.