Ya ha abierto sus puertas Ferrari Land, siete hectáreas dedicadas al mundo del motor y al estilo de la marca más emblemática del mundo, ideada por Enzo Ferrari, en Port Aventura World, que también inicia temporada. Piero Ferrari, descendiente del artífice del cavallino rampante y vicepresidente de la compañía, inauguró el jueves el recinto tras dos años de obras, cien millones de inversión y una réplica de Maranello, el corazón de Ferrari, con 11 atracciones y 5 puntos de restauración que evocan velocidad y futurismo.

La idea es que las emociones fuertes de la fórmula 1 dejen de ser patrimonio de pilotos profesionales para que las sienta el visitante. El director general de Port Aventura, Fernando Aldecoa, prevé que Ferrari Land atraerá a un millón de personas el primer año, lo que catapultará el público de Port Aventura a 5 millones (cerró 2016 con 4 millones).

Ferrari Land, confía Aldecoa, apretará el acelerador del complejo por el liderazgo turístico mundial, con tres parques temáticos, cinco hoteles, un centro de convenciones, tres campos de golf y un club privado de playa.

La nueva oferta, mezcla de emociones fuertes, motor, velocidad y el espíritu de Ferrari, abrirá mercados como Italia, los países nórdicos y el Benelux y no se descarta que ayude a abrir el complejo todo el año.

De momento, la entrada es combinada e indivisible con Port Aventura, a 60 euros y con horario de mañana (de diez a cinco de la tarde y, en temporada alta, otro de seis de la tarde a una de la madrugada). El emblema de Ferrari Land es Red Force, la montaña rusa más alta -120 metros- y rápida de Europa, capaz de pasar de 0 a 180 km/h en cinco segundos. La atracción, que domina el skyline de la Costa Dorada, puede acoger 1.200 pasajeros por hora. Los visitantes notarán que su peso «se multiplica por cuatro veces y media, una sensación única que hasta ahora solo podían sentir los pilotos de la F-1», explicó el piloto de pruebas de la escudería Marc Gené ante un público de más de 250 medios acreditado.

También se ofrecen dos grandes pistones de motor para rebote y caída libre, un circuito de vehículos eléctricos y seis simuladores -dos infantiles- para reproducir el genuino mundo de la F-1, vibraciones y ruidos de motor incluido, así como competir cambiando una rueda.