La idea nació en Baviera. El presidente de uno de los estados más prósperos de Alemania, Horst Seehofer, que también preside la Unión Socialcristiana (CSU), el partido hermano de la CDU de Angela Merkel, levantó una gran polvareda cuando reivindicó un peaje para los vehículos extranjeros que transitaran por las carreteras bávaras.

La iniciativa, que fue incluida en el programa del partido para las elecciones regionales de septiembre pasado, una semana antes de las generales, fue rechazada públicamente por la propia Merkel. Sin embargo, el arrollador triunfo del populista Seehofer obligó a replantear la cuestión, que pasó a ser condición indispensable para la firma del acuerdo de coalición de Gobierno tras las elecciones.

Ayer, el ministro federal de Transportes y destacado miembro del partido de Seehofer, Alexander Dobrindt, presentó su plan con algunas sorpresas: en primer lugar, el peaje dejará de ser exclusivo para conductores extranjeros, ya que también afectará a los alemanes. Además, se cobrará en todas las carreteras, cuando el proyecto inicial preveía hacerlo solo en las autopistas. Con la inclusión en el pago a los conductores alemanes, se pretende superar los obstáculos de la normativa europea, que hubiera considerado la medida como discriminatoria. Para compensar a los electores alemanes, se les bajará el impuesto de circulación, para que el peaje no sea una carga adicional.

El ministro espera que la medida ayude a recaudar unos 600 millones de euros anuales para presentar un balance final de legislatura de cerca de 2.500 millones para mejorar las infraestructuras viarias. Dobrindt adelantó que los conductores podrán adquirir abonos de 10 días, a 10 euros; de dos meses, a 20 euros, o anuales, a un coste aproximado de 100 euros. El ministro pretende que la medida entre en vigor a partir de enero del 2016, pero antes deberá vencer la resistencia de los socialdemócratas, sus socios de coalición en el Gobierno, y, sobre todo, de la Comisión Europea. De momento, el comisario europeo de Transportes, Siim Kallas, ya ha lanzado una advertencia: los vehículos extranjeros no pueden ser discriminados. Y Austria ya ha amenazado con una demanda.