La niña estaba frustrada porque no podía comprar herramientas nuevas para seguir jugando a la Nintendo Wii y el Fortnite, sus favoritos. En internet, un hombre se ofreció a pagárselas. El problema es que, a cambio, la chica debía enviarle un vídeo "de contenido sexual explícito", según la investigación del Grupo de Protección al Menor de la Policía Nacional. "Si me mandas un vídeo desnuda, te pago yo los juegos", le propuso el desconocido.

La menor, de apenas 13 años, lo hizo. Y el hombre le envió entonces a su correo electrónico una tarjeta prepago con la que poder comprar herramientas para jugar a sus videojuegos favoritos. Pero la imagen tenía el código de barras borrado. Para poder usarla, el pedófilo le exigía a la niña más imágenes desnuda: "cuando me las mandes, te envío la tarjeta entera". Así fue.

"Es el primer caso en España en el que un pedófilo ha usado los vídeojuegos como cebo", explica David Reguero, oficial del Grupo 3 de Protección al Menor de la Unidad Central de Ciberdelincuencia de la Policía Nacional, artífice de la operación Liberi (niño, en latín) contra la difusión de material sexual infantil producido por los menores en las redes.

En otras ocasiones, como una niña de 10 años que vive en la provincia de Barcelona, las amenazas, esta vez por Instagram, fueron más explícitas: "Si no me mandas una foto desnuda, haré daño a tus padres". La menor, asustada, cedió, envió la imagen sexual y empezó a sufrir presiones y chantajes. "Una vez que mandan la primera imagen suya desnudas, ya están atrapadas -añade el oficial Reguero- por adultos que están a la caza de nuevas víctimas. Con una foto, ya les dicen: si no me mandas más, se la mandaré a tu familia, a tus amigos, a tu colegio"...

Así le ocurrió a la cría de Barcelona. Asfixiada por la presión de ese desconocido ("mándame más fotos o todo el mundo sabrá lo que haces") que la asaltó en Instagram, avergonzada y con miedo a contar su historia, comenzó a estar triste, tuvo un considerable bajón en los estudios. Su madre incluso pensó que había enfermado y la llevó al médico.

El caso de la niña catalana es uno de los 140 en toda España que está investigando la Policía Nacional. Cada semana encuentran tres nuevos vídeos fabricados y producidos por menores españoles. "Un 40 por ciento de esos casos son vídeos que protagonizan menores, la mayoría de las veces, niñas entre diez y trece años, que llamamos sexualizados. Son muy explícitos, utilizando objetos, imitando conductas sexuales propias de adultos", explica el oficial Reguero. El propio policía admite que "no sabemos con certeza dónde aprenden las niñas esas posturas, posiblemente han visto imágenes pornográficas en sus teléfonos móviles".

La policía ha analizado ya vídeos de niñas masturbándose y otro de una menor andaluza en el que la niña juega a parecer una niña discapacitada. Lleva un pañal enorme, se lo quita y se echa crema en sus genitales. Se trataba de una niña que explicó que lo había grabado porque "se aburría".

Las niñas, por aburrimiento o inducidas por un pederasta que las ha asaltado en redes sociales como un lobo a una caperucita moderna, graban esos vídeos por Twitter, Instagram y Periscope. En este último caso, son vídeos emitidos en directo en los que las menores cantan, bailan y juegan mientras decenas de usuarios, muchos de ellos adultos, van haciendo comentarios y pidiéndoles cosas: "enséñame esto, quítate eso...".

"Si llego a mil seguidores, me quito las braguitas"

Las menores ganan así seguidores en redes sociales, pero también "van descubriendo la sexualidad de una forma enfermiza, guiadas por adultos desconocidos", explica el oficial Reguero. Su grupo descubrió el primer caso a principios del 2018. Una niña que parecía española había grabado un vídeo en Twitter en el que susurraba: "si llego a mil seguidores, haré otro vídeo y me quitaré las braguitas". Las redes ardieron en apenas 24 horas y la cría recibió varias imágenes de penes en primer plano procedentes de adultos de varios países del mundo. La policía la localizó a través de los datos de la creación de la cuenta de Twitter y avisó a su familia. La cría tenía diez años. Una prima suya, algo mayor, le había explicado cómo conseguir de forma rápida seguidores en las redes sociales. No se equivocaba.

La información de esos vídeos con menores desnudos llega a la policía española gracias al Centro Nacional para Niños Desaparecidos y Explotados de Estados Unidos. Google, Facebook, Instagram y Twitter se han visto obligados por ley a facilitar las direcciones de todos los vídeos e imágenes con menores desnudos que circulan por el mundo. Las imágenes "españolas" son comunicadas a la Policía Nacional, que inicia entonces el rastreo y, si procede, el rescate de los menores y la detención de los pederastas.

Niños que imitan a "El Rubius"

Entre los 140 vídeos de menores españoles desnudos que flotan por las redes, la Policía Nacional distingue otros dos tipos, además de los vídeos de niñas "sexualizadas", que representan el 40% del total. Otro 40% de los casos corresponde a niños, generalmente varones, que graban las imágenes "de forma graciosa y voluntaria", explica el oficial Reguero. Son niños que, en muchas ocasiones, imitan el lenguaje y la actitud de "algunos youtubers, como el Rubius", señala. Uno de los vídeos investigados por los policías españoles, por ejemplo, muestra a dos críos que juegan y acaban enseñando sus genitales, sin ningún trasfondo sexual, como un juego o una gamberrada.

Por último, un 20% de los casos detectados y analizados corresponden a vídeos de niños y niñas muy pequeños. "Tienen entre dos y cinco años. Salen desnudos en imágenes que ha grabado un familiar, ya sea su madre, su padre, su hermano mayor, un primo...", explica este policía del grupo de Protección al Menor.

Aquí tampoco hay maldad. A los familiares les parece gracioso colgar en Instagram cómo bañan desnudo a su hijo de tres años, como cambian un pañal o bien "la primera vez que hace pis de pie". Los agentes del Grupo de Protección al Menor han explicado a las madres que esas imágenes inocentes también acaban en manos de pederastas y pedófilos. En agosto del año pasado, ellos mismos detuvieron a un hombre que guardaba casi 200 imágenes de niños muy pequeños que estaban haciendo pis en la calle o desnudos por las playas españolas.