Los 630 inmigrantes que han pisado este domingo tierra firme en el puerto de València no saben bien qué les espera pero será difícil que sea peor que lo que han dejado atrás. Huyendo de persecuciones religiosas o de la pobreza extrema de sus países de origen se han encontrado en su larga ruta a la soñada Europa con asesinatos a sangre fría, muertes por agotamiento, secuestros e incluso esclavitud. Comprados y vendidos como mulas de carga. Una terrible lista de vivencias que esperan haber cerrado definitivamente.

Moses llevaba caso dos años en Libia pero su primera odisea fue cruzar todo el África subsahariana. De Sierra Leona a Agadez, en Nigeria, con una desesperante travesía de dos semanas por el desierto, y de ahí a Sabha, ya en la que fue guarida de Gadafi y en la puerta de salida hacia el Mediterráneo. "Muchos hombres cayeron, murieron delante mío cada día. Para sobrevivir necesitas fuerza, si no, mueres", ha explicado con crudeza al equipo de Médicos Sin Fronteras en el 'Aquarius'.

Lo peor estaba por llegar

"En Libia secuestraban a la gente y les pedían dinero. Fui vendido en Bani Walid y llegué a pedir morir, pero la muerte no llegó. Vi a gente a la que dispararon delante mío", ha recordado. "Conseguí escapar pero fui capturado y vendido otra vez. Siempre que veían personas negras juntos en Libia te cogían. Nos obligaban a trabajar. Usaban a los negros como mulas, como esclavos", ha relatado.

Otra vez a escapar y al desierto, esta vez para llegar a la costa, pero de nuevo para tener que escapar de la muerte cuando ya parecía inevitable, esta vez en el agua. "Nos rescató la guardia costera italiana. Estábamos llorando porque llevábamos 20 horas en el mar", ha rememorado. Lo que aún hoy no entiende es por qué no les dejaron entrar en Italia.

Pero, para algunos de los pasajeros del 'Aquarius' los dramas empezaron antes incluso de iniciar su odisea. Una de las madres más jóvenes del pasaje ha desvelado a MSF que tuvo que salir huyendo ante la amenaza de que sus hijas fueran mutiladas en su país de origen. "Dejé Sierra Leona hace ya 11 meses porque quería proteger a mis hijas, a las que querían practicar la ablación. Les dije que no quería. Me fui al desierto, luego a Libia y al bote", ha resumido.

Pese a que los medios de comunicación aún no hemos tenido acceso directo a los inmigrantes son muchos los que quieren contar su historia... y la de los que ya no están para que sus muertes sirvan de algo. Como una nigeriana de 34 años. "Le prometí a una mujer moribunda que contaría lo que había visto. Estaba tan débil que solo podía estar tumbada. Intenté que se sentara y me golpearon muy fuerte por hacerlo. Murió por falta de cuidados, de comida, de agua. Como yo, estaba embarazada y murió", ha señalado.

Pero ha habido muertes aún más cercanas. Tras haber desembarcado, David Beversluis, médico del 'Aquarius', ha narrado una de las historias que más le ha impresionado en esta misión de rescate. "Hablé con un joven de Nigeria que estuvo seis o siete meses encerrado en una prisión de Libia. Estaba con su hermano y fueron torturados. Apenas les daban comida o agua. Finalmente pudo huir pero ya sin su hermano, que murió en aquella cárcel. Escuchar su historia fue impactante", ha reconocido este galeno acostumbrado a oír muchos relatos de supervivencia.

El drama, rozó la cubierta

Pero Beversluis ha podido al menos evitar otro fallecimiento. El de un joven nigeriano de unos 20 años al que rescataron con una crisis respiratoria que estuvo cerca de acabar con su vida. "No respiraba y tuvimos que hacerle maniobras de reanimación para conseguir reanimarle", ha narrado orgulloso, tras haberse podido despedir de él con un abrazo. A otros pacientes solo ha podido colocarles una pequeña prótesis a la espera de que ahora puedan ser operados. "Uno de ellos, que tenía una mano afectada nos contó que fue a causa de torturas en Libia", ha detallado.

El doctor de MSF ha contado que la mayoría de sus cuidados durante una travesía han sido por deshidrataciones graves "tras las 20 horas que pasaron en los botes antes de que los rescatáramos" y sobre todo por quemaduras. "Tuvimos 21 casos de quemaduras químicas de segundo grado por la mezcla del agua salada y fuel en los botes. Cuando estás horas sentado sobre esta mezcla es algo que puede pasar. Las quemaduras son de entre el 2% y el 10%. Es serio pero espero que se recuperen", ha apuntado Beversluis.

El doctor ha reconocido que ha sido "una experiencia difícil pero ha sido un honor" y no ha podido resistirse a mandar un mensaje por sus pacientes y por todos a los que no ha tenido que atender pero que están inmersos en estos viajes. "Son personas y los politicos lo tienen que recordar. Lo más importante es que los políticos los pongan en el centro de sus decisiones", ha concluido.

Eso sí, nadie ha vuelto a saber nada de las dos personas que desaparecieron durante el rescate. Son las últimas dos víctimas de la crisis del 'Aquarius', pero por el camino quedaron muchas otras.

La alegría del seguidor del Arsenal

Durante las más de 10 horas que ha durado el desembarco en València han llegado también por medio de la Cruz Roja algunos testimonios de los pasajeros. El primero lo ha hecho con música. "Cuando atracó el barco todos empezaron a cantar a la vez", ha contado Carmen Moreno. La voluntaria andaluza ha explicado que todos les han ido saludando al bajar y que su actitud ha sido muy similar a los que llegan en pateras. "Es la misma, se les ve la ilusión y la emoción en los ojos", ha asegurado.

También ha habido alguno al que con la emoción le ha dado por hablar de fútbol. "He conocido a un chico de Sudán, que me contaba que se sabía toda la alineación del Arsenal y hablaba mucho de fútbol. Ha venido con un amigo”, ha explicado la voluntaria Hanan El Ayadi. El Mundial se lo ha ganado.