España ha escalado tres posiciones en la clasificación del Índice de Actuación frente al Cambio Climático 2019 (CCPI, por sus siglas en inglés) pero sigue en la parte baja de la tabla. Ahora ocupa la posición 36, en un ránking en el que el dudoso honor de ocupar el farolillo rojo lo comparten Estados Unidos y Arabia Saudí.

La ligera mejoría de España se debe «al impulso a la ambición climática y las energías renovables que ha dado el nuevo Gobierno», según Seo Bird Life, una de las organizaciones ecologistas que forman parte de los coordinadores del estudio. Queda, sin embargo, mucho por hacer. Empezando porque «las emisiones han seguido una preocupante tendencia al alza en los últimos años».

«Para seguir esta tendencia y convertirse en un auténtico líder climático se tiene que avanzar con decisión en varios frentes, tanto por parte del Gobierno y como de las autonomías y municipios», señaló ayer el responsable de Cambio Climático de la organización ecologista, David Howell. Hay que tener en cuenta que en el 2014 España llegó a ocupar el puesto 23 y en solo tres años cayó 16 puestos por la inacción del Ejecutivo de Mariano Rajoy.

El índice, elaborado por Germanwatch y el Instituto New Climate junto con la Red de Acción Climática (CAN), se presentó ayer durante la celebración de la Cumbre del Clima (COP24), en la ciudad polaca de Katowice. Los autores muestran su decepción porque después de tres años consecutivos en los que las emisiones CO2 mundiales permanecieron estables, estas hayan vuelto a aumentar en el 2017 y vayan a hacerlo aún más en el 2018, según las últimas previsiones.

«Solo unos pocos países» han comenzado ya a implementar estrategias para limitar el calentamiento global por debajo de 2 grados o incluso 1,5 grados centígrados», los objetivos acordados en el acuerdo de París (en el 2015), recuerda el informe.

El CCPI señala que, aunque se ha producido un crecimiento continuo de la energía renovable, especialmente en los países que antes tenían una baja puntuación, se constata una «falta de voluntad política» en la mayoría de los gobiernos para «eliminar los combustibles fósiles a la velocidad necesaria».