La pesca, los delfinarios y las basuras marinas son algunos de los problemas originados por la actividad humana que sufren las 16 especies de cetáceos que habitan de forma permanente en las aguas españolas, según un informe difundido esta semana por Ecologistas en Acción.

El documento Cetáceos: Los mamíferos más salaos describe la situación de 33 especies de estos mamíferos que residen de forma permanente u ocasional en aguas españolas junto con las principales actividades humanas que les afectan. Entre las que tienen presencia común se encuentran el cachalote, el calderón común, gris y tropical, el delfín común, el de dientes rugosos, el listado, el moteado atlántico, el mular, la marsopa, la orca, el zifio de Cuvier, el de Gervais y los rorcualos común, aliblanco y tropical.

Entre las especies que se consideran comunes, diez tienen una amplia distribución en nuestras aguas, mientras que cinco tienen una distribución localizada principalmente en la región canaria.

De hecho, las islas Canarias aglutinan la mayor diversidad de especies de cetáceos de nuestros mares, ya que en esta región oceánica se solapan las distribuciones de especies de aguas templadas y cálidas con las de grandes migradores.

Redes asesinas

A juicio de los ecologistas, la interacción que se produce entre la pesca y estos animales es «negativa para ambas partes» ya que su presencia entorpece las tareas de pesca pues se comen los peces y pueden romper las redes al hacerlo, mientras que, para los cetáceos. La pesca puede desestructurar las poblaciones ya que la jerarquía se establece durante la caza.

En España,la pesca ballenera cesó en 1986. La captura accidental o bycatch (captura de especies no objetivo) sigue siendo una de las principales causas de mortalidad de cetáceos en nuestras costas, a pesar de la implementación de legislación específica para reducir estas capturas.

El uso de redes de deriva es particularmente dañino para los cetáceos. Estos elementos de pesca funcionan como cortinas flotantes, de unos 30 metros de profundidad y varios kilómetros de longitud, destinadas a capturar grandes especies pelágicas, como el pez espada. Por otro lado, algunos cetáceos también interaccionan con las actividades pesqueras para capturar el fruto de la pesca.

Los cachalotes, los delfines mulares y las orcas se alimentan a menudo de los peces capturados en las redes, llegando incluso a romper las redes de cerco para alimentarse de la pesca

La piscicultura es también una causa de cambio de costumbres entre los delfines mulares. Estos cetáceos se acostumbran a acorralar a sus presas contra las redes de las granjas marinas, perdiendo el hábito de cazar en manada, imprescindible para la supervivencia en estado natural.

Hay ejemplos de una gestión especialmente errónea en estas instalaciones. A principios de los 2000 se produjo en el sur de Tenerife una importante interacción de los delfines mulares con las granjas de piscicultura de dorada y lubina. Al parecer, los operarios de las instalaciones alimentaban directamente a los mulares, que contaban así con una fuente de alimentación cómoda y estable, pero muy distinta de su dieta en condiciones naturales.

Los delfines mulares modificaron sus comportamientos, alejándose de su zona de distribución costera y permaneciendo de forma habitual en las inmediaciones de las instalaciones. Al constatar su presencia continua en la zona, barcos de todo tipo se acercaban a ver y/o nadar con los delfines e incluso escuelas de buceo organizaban excursiones en las inmediaciones para interactuar con estos cetáceos.

Además de la pesca, la acuicultura, el ruido submarino, las colisiones con embarcaciones, las basuras marinas, la contaminación química y el cambio climático son otros de los problemas principales, sin olvidar los 12 delfinarios que hay en España que cuentan con 113 cetáceos en cautividad.

Responsabilidad

La portavoz de Ecologistas en Acción, Ana Aldarias, señaló en un comunicado que «no podemos permitir la cría en cautividad de estos animales cuyos supuestos beneficios para la conservación, investigación y educación chocan frontalmente con las mínimas consideraciones éticas».

La organización conservacionista ha hecho en su informe hincapié en que los impactos derivados de la actividad humana «son muchos» pero, en su opinión, «es posible reducirlos».

Por ello, Ecologistas reclama a las administraciones públicas medidas como el aumento de la investigación en este campo para limitar las interacciones negativas entre los cetáceos y las prácticas humanas y proteger así a las poblaciones de estos animales que cada año están «más amenazadas».

Ecologistas en Acción también pide a las instituciones que se dote de presupuestos a la investigación, modificar las artes de pesca que sean dañinas, reducir las basuras en el medio marino y acabar con los delfinarios.