El borrador del plan nacional de energía y clima para el período 2021-2030, que España remitió en febrero pasado a la Comisión Europea, va por buen camino y es uno de los ambiciosos de toda la UE aunque el Gobierno de Pedro Sánchez tendrá que especificar, clarificar y detallar todavía más las medidas que tiene previsto poner en marcha para cumplir con los objetivos que se ha fijado en la lucha contra el cambio climático. Al igual que el resto de Estados miembros, las autoridades españolas tienen hasta finales de año para remitir una versión definitiva del plan y responder a las recomendaciones de Bruselas.

Tras conocer el resultado de la evaluación, fuentes del Ministerio para la Transición Ecológica, la calificaron de "muy positiva". "Las recomendaciones de la Comisión no exigen cambiar nada cuantitativo, implican en algunos casos mejoras de detalle y en otros la ampliación del desarrollo de algunas medidas que servirán para asentar los objetivos del plan", añadieron.

Se trata de la primera vez que los gobiernos europeos envían proyectos integrados para cumplir con el acuerdo climático de París y alcanzar los objetivos prometidos: una reducción del 40% de las emisiones de gases con efecto invernadero, elevar al 32% el peso de las energías renovables, garantizar una eficiencia energética del 32,5% y un porcentaje de interconexiones energéticas de 15%.

El balance global deja un sabor algo agridulce a nivel europeo. Según Bruselas, las contribuciones previstas son insuficientes tanto en materia de renovables como de eficiencia energética y los gobiernos deberán responder con un mayor grado de ambición colectiva de aquí a finales de año si quieren alcanzar la meta fijada. Por ejemplo, en el ámbito de las renovables, y con los planes actuales, los 28 solo llegarán a una horquilla de entre el 30,4 y el 31,9%, por debajo ligeramente del 32% acordado, y sta brecha será aún mayor en el caso de la eficiencia energética.

ELOGIOS A ESPAÑA

Sin embargo, no todos los países reciben un toque de atención de Bruselas. El informe elogia las ambiciosas contribuciones presentadas por Dinamarca, Estonia, Lituania, Portugal y España en materia de renovables y las de Italia, Luxemburgo, España, Francia y Holanda en materia de ahorro energético. El plan español, por ejemplo, aspira a elevar el porcentaje de energía primaria renovable al 42% en 2030 y a reducir el consumo energético en un 39,6%. Además, Bruselas también califica de ambicioso el objetivo español de reducir la dependencia energética del 74% al 59%.

Pese a este balance, Bruselas urge al ministerio que dirige Teresa Ribera a enviar antes de finales de año más detalles e información sobre las políticas y medidas que piensa aplicar el Gobierno para lograr estos objetivos. Además, la Comisión también pide que enumere todas las subvenciones energéticas, en particular a los combustibles fósiles, y sus planes para su progresiva eliminación y que aborde las repercusiones que tendrá en las regiones mineras el abandono del carbón, que España se ha comprometido a erradicar para 2030, el mismo año que Dinamarca, Holanda, Finlandia y Portugal. En 2025 lo harán Irlanda e Italia y en 2022 Francia.

Menos positivo es el balance en cuanto a interconexiones de electricidad, un elemento clave para integrar a la península ibérica en la unión de la energía. El nivel de interconexiones actual se sitúa entorno al 6%, muy por debajo del 15% de objetivo fijado para 2030 aunque el proyecto de cable eléctrico submarino a través del Golfo de Bizkaia duplicará la capacidad de interconexión entre España y Francia. En este sentido, Bruselas recomienda intensificar la cooperación regional con París y Lisboa.