Al bar con separaciones, a la playa en casitas de metacrilato y haciendo cola para entrar en el agua o al restaurante sentados con una barrera al frente, como en la sala de visitas de una prisión. La imaginación no falta, incluso en tiempos de coronavirus, principalmente por parte de los titulares de actividades económicas que llevan dos meses cerradas y con una temporada veraniega a las puertas que se anuncia serena y calurosa.

Todas las soluciones que están surgiendo de los estudios de arquitectos y de iniciativas individuales tienen en común el distanciamiento de las personas. ¿Cómo hacer lo que se hacía antes sin problemas, observando las normas de seguridad sobre distanciamientos, higiene y sin aglomeraciones que propicien una nueva ola de contagios?

Estas son algunas de las cuestiones que se plantean muchos italianos en vista del desconfinamiento que se debe iniciar el 4 de mayo, principalmente quienes trabajan en actividades económicas que hasta hoy iban acompañadas inevitablemente de aglomeraciones de personas, principalmente en el sector turístico.

"Eliminaremos unas cuantas mesas, distanciaremos las otras, pondremos higienizantes en la entrada, los camareros llevarán mascarillas.". La titular de un restaurante de Liguria (Génova) explica por televisión todos los detalles preparatorios, evidenciando que, por ahora al menos, "nada volverá a ser como antes".

Vacaciones en el alero

"No programéis vuestras vacaciones", advierten los neumólogos. "Habrá que buscar maneras para que sea posible ir a la playa. Podemos planificar las vacaciones, pero con cautela, porque no habrá una vacuna aunque sí quizás una terapia y el virus será más gobernable", afirma por su parte Lorenza Bonaccorsi, subsecretaria de Turismo.

El sindicato de los balnearios del Adriático, que gestionan la explotación de tramos de playa, pide que se abran las playas, pero con "una ordenanza nacional que imponga modalidades únicas para todo el territorio". "No habrá celebración de Ferragosto 15 de agosto y las vacaciones deberán ser escalonadas, prevé Giovanni Rezza, director de enfermedades infecciosas del Instituto Superior de Sanidad (ISS). Las autoridades consideran imposible mantener a la población encerrada en sus casas y sin vacaciones.

La más llamativa de las soluciones para las horas de playa son una especie de casitas de aluminio y plexiglás que protegen de los rayos uva, sin techo y con dos tumbonas en su interior. La escena más irónica es un tablero al borde del agua que indica el número de a quién le toca entrar en el mar. La más surrealista, el tipo de mascarillas que podrían tener que llevar los veraneantes que paseen en barcas o yates y que en sus embarcaciones no cuenten con ningún médico.

Distancias

La idea de colocar las sombrillas de los balnearios a tres metros de distancia uno de otro, o a 10 metros como defienden otros, ¿no eliminará precisamente aquellas aglomeraciones que, como un rebaño, muchas personas buscaban? "Fila 14, número 90, al telééééfono", gritaban por los altavoces los gestores de los balnearios masivos, en las películas de los años 70.

Los balnearios de Rímini, el Benidorm italiano aunque sin edificios altos, rechazan casitas y plexiglás. Luca Zaia, presidente autonómico del Véneto, destino veraniego de muchos alemanes han cancelado reservas solo el 7%--, considera las casitas un tanto "inquietantes". Los socorristas playeros ponen ojos como platos. "Las casitas de plexiglas son una locura que nos indigna: chorradas extemporáneas de alguien que quiere hacerse publicidad en el momento en que los problemas son ciertamente otros", afirma Mauro Vanni, presidente de una de las cooperativas del sector.

Claudio Ferrari, inventor de las casitas playeras en metacrilato se justifica, diciendo que su empresa, la Nuova Neon Group 2, cercana a Módena, ha tratado de imaginar como sería la veulta a la playa. "Creo que puede funcionar", afirma.