El incendio de Notre Dame ha provocado una oleada de solidaridad sin precedentes para reconstruir la catedral y las promesas de donativos para acometer una obra de dimensiones colosales se multiplican al mismo tiempo que arrecia la polémica. En 48 horas se han logrado 800 millones de euros y es fácil que pronto se alcance el millar.

Pero mientras las grandes fortunas han reaccionado de inmediato para salvar una reconocida joya del patrimonio mundial, muchos critican que no saquen la chequera con tanta facilidad cuando se trata de sufragar las urgencias sociales que tiene el país.

Emmanuel Macron ha aparcado, de momento, la respuesta a la crisis de los chalecos amarillos dando prioridad a las labores de rehabilitación de la catedral y la oposición no ha tardado en denunciar las deducciones fiscales -del 60% en el caso de las empresas- que tendrán los mecenas. En el caso de los particulares, la rebaja será del 75% en la declaración de la renta para sumas inferiores a los 1.000 euros y del 66% para cantidades superiores.

El diputado de Los Republicanos Gilles Carrez, se quejaba en Le Monde de que, al final, serán las arcas públicas quienes asuman el grueso del presupuesto de reconstrucción. «De los 700 millones anunciados este martes, unos 420 serán financiados por el Estado en el presupuesto del 2020», decía. La senadora ecologista Esther Benbassa recomendaba a los millonarios renunciar a la evasión fiscal y la cabeza de lista de la Francia Insumisa a la Eurocámara, Manon Aubry, denunciaba «una gran operación de comunicación» de las grandes fortunas, a las que también exigía pagar sus impuestos en Francia.

LOS 'CHALECOS AMARILLOS'

«Si son capaces de dar decenas de millones para reconstruir Notre Dame, que dejen de decirnos que no hay dinero para atender las necesidades sociales», dijo el secretario general del sindicato CGT, Philipe Martinez, en la emisora France Info. «Hay millonarios que tienen mucho dinero. Eso muestra las desigualdades que denunciamos regularmente», abundaba.

Algunos de los líderes de los chalecos amarillos han acusado a las grandes empresas de «parálisis frente a la miseria social cuando en una noche pueden sacar una pasta gansa para Notre Dame».