Que la contaminación viaja es una evidencia que se hizo muy patente en décadas pasadas con los episodios de lluvia ácida, emisiones sulfurosas que partían de las viejas centrales térmicas y arrasaban bosques situados en ocasiones a centenares de kilómetros, pero cada vez son más sólidos los estudios que atribuyen a determinados compuestos la capacidad de atravesar... ¡océanos!

Un equipo internacional encabezado por investigadores del Consejo Superior de Investigaciones Científicas (CSIC) en Barcelona ha demostrado que la contaminación generada en América es capaz de viajar sobre el Atlántico hasta posarse de nuevo en Europa. A principios de año, un equipo estadounidense comprobó asimismo que las partículas originarias de China podían sobrevolar el Pacífico y alcanzar territorio de EEUU. Sin duda, la circulación atmósfera es global.

Para atribuir el origen de los productos, los investigadores instalan en lugares alejados de la contaminación y a poder ser en altitud unos recipientes especiales en los que se van depositando las partículas del aire. Con posterioridad, analizan las corrientes de los días previos con la ayuda de grandes ordenadores meteorológicos y pueden reproducir las rutas seguidas. "Estudiamos las masas de aire a la inversa", resume Joan Grimalt, investigador del Instituto de Diagnóstico Ambiental y Estudios del Agua (IDAEA-CSIC). Ello permite observar que cuanto mayor es el porcentaje de masas de aire procedentes del oeste (América), más aumenta la concentración de determinados contaminantes.

El equipo del CSIC ha hallado concretamente restos de polibromodifenil éteres (PBDE) en cuatro áreas remotas de montañas europeas: los lagos Redon

(Valle de Arán), Gossenköllesee (Alpes suizos), Lochnagar (Escocia, Reino Unido) y Skalnate (Eslovaquia). Los polibromodifenil éteres, que se aplican como barnices, son unos compuestos bromados que se emplean profusamente en EEUU desde los años 80 como retardantes de la llama en muebles, butacas, teléfonos y todo tipo de aparatos eléctricos. En Europa son mucho más raros. "Es el primer caso documentado de transporte de contaminantes de América a Europa", destaca Grimalt. Los resultados del estudio, cuyos datos corresponden a la década pasada, se han publicado en la revista Atmosferic Chemistry and Physics.

Los investigadores advierten sobre el riesgo que plantean estos compuestos. "Hay algunos trabajos que muestran efectos de estos contaminantes en la salud infantil", señala Grimalt. "Por ejemplo, se ha observado que niños expuestos a cantidades más altas de estos compuestos manifestaban dificultades de comportamiento social a los cuatro años --añadió--. También se ha observado que niños alimentados con leche materna que contenía estos compuestos en concentraciones más altas tenían un retraso neurocognitivo".

El PBDE mayoritario fue el llamado BDE209. En las muestras recogidas en los lugares más occidentales, como Lochnagar y Redon, se observó que cuando las trayectorias de las masas de aire procedían del Atlántico, la proporción de PBDE era más elevada. También se halló otra fuente PBDE procedente del centro de Europa y que corresponde a otra mezcla comercial. Si se buscaran, considera el investigador del CSIC, posiblemente también se podrían encontrar contaminantes europeos en América, "pero serían en una cantidad inferior porque los vientos dominantes en el Atlántico son del oeste".

Otro estudio, que se publicó el pasado enero en la revista PNAS, observó que la contaminación derivada de la quema de carbón en centrales térmicas chinas alcanzaba el oeste de Estados Unidos. El estudio señalaba que ciudades como Los Ángeles recibían por este motivo al menos un día extra al año de polución por óxido de nitrógeno y monóxido de carbono. "Hemos externalizado nuestras manufacturas y buena parte de nuestra contaminación, pero parte de ella nos vuelve a través del Pacífico", comentó entonces el coautor Steve Davis, científico de la Universidad de California.

La contaminación transfronteriza ha sido un debate frecuente en las conversaciones internacionales sobre el clima. China, por ejemplo, argumenta que los países industrializados deberían asumir parte de la responsabilidad.