El carisma es aquella habilidad que se caracteriza por dejar una huella positiva y casi permanente en las demás personas, incluso cuando no hay un contacto directo. Podemos observarlo, por ejemplo, en esos momentos donde ves a alguien que, sin pretenderlo, llama la atención, haciendo que te llegues a quedar mirando fijamente. Los gestos, la forma de hablar y el cómo se mueve esa persona determina su carisma de forma externa, pero toda la seguridad viene de dentro, desde su autoestima. Por tanto, la valía personal va a determinar cómo una persona se desenvuelve con los demás, pero también ocurre al revés. Si mejoro mi seguridad y genero herramientas que proyecten una imagen positiva a los demás, podre finalmente sentirme más seguro conmigo mismo.

La autoestima influye en todas las áreas de nuestra vida, nos demos cuenta o no. No solo está reflejado en la forma que tenemos de cuidarnos o respetarnos, sino en cómo nos hacemos valer en una reunión de trabajo o los límites que establecemos a las demás personas. Pequeños gestos van reflejando lo que hay dentro de nosotros y a todos nos gustaría que estuviera en su punto óptimo. Pero, si nos centramos en uno de sus rasgos, como es el carisma, podremos también mejorarla.

Atrae más

Tendemos a pensar que una persona es carismática de forma natural, cuando realmente no es ninguna habilidad innata. Sí ha podido llegar hasta ese punto por todas las experiencias vividas o por la educación recibida, de la misma forma que se llega a tener así una baja autoestima. Es, de esta forma, una habilidad moldeable, pudiéndose aprender de forma deliberada. Hacerlo nos convierte en personas magnéticas, seguras de sí mismas y que empiezan a notar el valor que realmente tienen, independientemente del valor que otros parezcan darle. Nos ayuda a mejorar el autoconcepto y la valía personal, siendo rasgos muy relacionados con el bienestar y el éxito.

Si queremos empezar a trabajar con nuestro carisma, atraer más y mejor a los demás y, por tanto, mejorar nuestra autoestima, tenemos que empezar a poner en práctica los siguientes ejercicios:

1. Invierte en ti

Siempre se dice que uno de los bienes más preciados que tenemos es el tiempo, pero pese a saberlo, tendemos a malgastarlo, especialmente con actividades que no nos llenan o personas que no lo merecen.

Haz un listado de todo el tiempo que inviertes semanalmente a las actividades que realizas, desde comer o dormir hasta trabajar o estar con amigos concretos. ¿Dónde se te escapa el tiempo? ¿Dedicas demasiado a personas que no te hacen estar bien? ¿Tienes tiempo para ti mismo? No olvides que la prioridad debes ser tú y, por tanto, tienes que invertir en ti.

2. Imagen interna, imagen externa

Debes potenciar tanto lo que hay en tu interior como lo que muestras a los demás. De nada nos sirve ser enciclopedias andantes si no cuidamos el aspecto que los demás ven. Hay que equilibrar ambas partes, potenciando las necesarias. Los conocimientos que tenemos, los intereses o nuestras habilidades son tan importantes como la ropa que nos ponemos o lo cuidado que está nuestro pelo.

3. La mirada

Las personas carismáticas nunca esquivan con su mirada ni tienden a huir visualmente de las conversaciones. Sepan o no lo que van a decir, estén cómodos o no, siempre miran a los ojos. Es uno de los ejercicios que más puede ayudarte a que los demás ven cómo eres de carismático. Practícalo a diario, con todas las personas con las que tengas un mínimo de contacto.

El carisma se relaciona con el éxito, la independencia, las buenas relaciones, pero también con la autoestima, con aquello que pensamos de nosotros mismos y cómo nos valoramos y respetamos. Trabajar el carisma es acabar generando una mejor imagen de notros mismos. Y siempre podemos hacerlo fácilmente.

* Ángel Rull, psicólogo.