España ha sido tradicionalmente un país donde la propiedad de la vivienda ha tenido mucho más peso que el alquiler. Sin embargo, en los últimos años se ha elevado notablemente el arrendamiento (de representar el 19,4% de hogares en el 2005 al 23,9% del 2018) debido sobre todo al incremento de la precariedad laboral, según constata el Banco de España en un informe que ha publicado este jueves. Paralelamente, los precios se han disparado (cerca de un 50% entre el 2013 y el pasado mayo, frente a un 6,8% de incremento de los de venta), sobre todo en algunas ciudades, debido a una "relativamente rígida" oferta en un contexto de "caída significativa del número de nuevas viviendas de protección oficial" y de crecimiento de los alquileres turísticos.

"La dificultad de los colectivos con menor renta para incrementar sus ingresos por la aún elevada incidencia del desempleo, la escasa duración de los nuevos contratos laborales o la mayor relevancia de la jornada reducida habrían aumentado la demanda de alquiler residencial, especialmente entre los hogares jóvenes", apuntan los economistas del organismo. La prueba es que el 27,8% de los hogares en que su miembro de referencia está en paro y el 37,3% en los que tiene un trabajo temporal viven de alquiler, frente a una media de la población del 23,9%. También hay más incidencia en los extranjeros: el 58,9% de los europeos y el 77,3% de los extracomunitarios viven arrendados, frente al 13,1% de los españoles.

ESFUERZO EXCESIVO

Los bajos ingresos y el riesgo de perder el empleo han incrementado las dificultades para comprar, ya que complican ahorrar lo suficiente en un momento en que los bancos financian con la hipoteca un porcentaje menor del valor del inmueble. A ello se han sumado los cambios fiscales que han desincentivado la compra. La consecuencia es un aumento de las familias que viven de alquiler o no se han podido emancipar.

Pero lo más preocupante es que, debido al estancamiento de sus rentas disponibles y la subida de los precios, el 24,7% los hogares que viven arrendados dedicaban a pagarlo más del 40% de su ingresos (el umbral máximo aconsejado) ya en el 2014, último año con datos disponibles. La media de los países de la OCDE era de apenas el 13,1%. El porcentaje se elevaba al 63,9% en las familias con rentas más bajas, un nivel solo superado por Grecia (63,9%).

DIFERENCIAS

La situación, en cualquier caso, presenta grandes diferencias geográficas. Los precios han subido más del 40% desde finales del 2013 en en las grandes ciudades (Barcelona, Madrid o Valencia) y en ciudades con elevada concentración turística (Málaga, Palma, Las Palmas de Gran Canaria, Santa Cruz de Tenerife). En Barcelona y Madrid los incrementos superan el 45%.

El estudio también apunta que los alquileres vacacionales pueden haber influido, aunque con matices. "Si bien el tamaño relativo de la oferta de turismo residencial es significativo en determinadas ciudades o barrios, lo que indica su capacidad potencial para afectar al precio del alquiler residencial en estos mercados, no puede inferirse de esta correlación una relación causal, con incidencia generalizada, entre los precios del alquiler residencial y la oferta del alquiler vacacional para el conjunto de la economía", afirma.