El estrés del día a día parece relacionarse con la ansiedad que percibimos, el exceso de preocupaciones o el malestar emocional. Sin embargo, lo práctica nos demuestra que no necesariamente a mayor estrés hay una mayor sintomatología ansiosa o un numero de pensamientos más centrado en las preocupaciones. Sí obedece a un rasgo de personalidad, algo inherente a muchas personas, que independientemente de si es genético o se ha desarrollado con el paso de los años, puede aprender a observarse, controlarse y gestionarse.

El exceso de preocupaciones es algo con lo que viven muchas personas diariamente. No es realmente una cuestión de más responsabilidades o mayores problemas, sino que no se saben gestionar dentro de nuestra cabeza y aparecen de forma obsesiva. Es aquí donde la ansiedad no viene por el problema sino por el bucle de preocupaciones que nuestro cerebro maneja. Si logramos pararlo, veremos de forma más clara lo que tenemos delante, nos relajaremos y podremos enfrentarnos a ello.

PRESENTE Y FUTURO

La ansiedad se define como un estado estable en el que la persona se ve desbordada por los problemas y, especialmente, por la anticipación de ellos. Deja de vivir en el momento presente y empieza a imaginar un futuro más negro. Ni ve que logre sus objetivos ni que pueda encontrar una solución.

Barrie Davenport y S. J. Scott afirman que todos nuestros pensamientos negativos, esos que se centran en las preocupaciones, siempre se relacionan o con el pasado o con el futuro, con la desconexión del tiempo presente. Además, en nuestra cabeza surgen dos voces, la que tiene los pensamientos y la que los observa y los juzga. Esas dos voces no se llevan bien y se critican la una a la otra. Ninguna se anula y ambas crecen, generando culpa y frustración por no poder parar ese círculo vicioso.

A través de las siguientes pautas, podremos aprender a controlar el exceso de preocupaciones y vivir más tranquilos:

1. Goma elástica

Esta técnica puede parecer al principio un castigo que nos inducimos, pero realmente no tiene ese propósito. Como las preocupaciones trabajan en piloto automático, para poder salir de ahí y ser conscientes utilizaremos una goma elástica colocada en la muñeca. Cada vez que sintamos que nos estamos desbordando con ellas, tiraremos de la goma y la soltaremos para que nos dé en la muñeca. Eso activará nuestros sentidos y podremos parar. Se utiliza desde el modelo conductual en Psicología y autores como Barrie Davenport y S. J. Scott lo recogen en el libro "Ordena tu mente" (Kitsune Books, 2019) desde el modelo de la atención plena.

2. Búsqueda de necesidades

El cerebro tiende a distraerse cuando no está contento con lo que está viviendo. Algunas de las preocupaciones que tenemos son producto del descontento. Escuchar nuestras necesidades, reduciría de forma indirecta el bucle de pensamientos. De hecho, Davenport y Scott lo sugieren en el mismo libro, orientado a la búsqueda de metas y a la consecución de objetivos. Escucharnos como forma de estar mejor con nosotros mismos.

3. Solución

¿Realmente lo que nos preocupa tiene solución? Si la tiene, debemos orientarnos a ello. Ponerlo por escrito, trazar el plan, ver las alternativas y los problemas que puedan surgir. Y, si realmente no hay solución, tal vez debamos soltar y no preocuparnos.

El exceso de preocupaciones es uno de los problemas más extendidos en nuestra sociedad. Vivimos en la queja y en la necesidad de control y no aceptamos que hay ciertas cosas que se nos escapan. Parar el exceso de pensamientos nos ayuda a encontrarnos mejor y dejar de luchar con nosotros mismos.