Científicos de EEUU han constatado que los antepasados más antiguos del hombre actual habitaron una zona árida y de extensas llanuras cubierta de pastizales, según revela un estudio que publicaba ayer la revista Nature.

La investigación, desarrollada por la Arizona State University (ASU), aporta los primeros datos sobre el contexto ecológico de la época en que tuvo lugar el proceso de transición del australopiteco al Homo. Esa evaluación arroja luz sobre el entorno del fósil del homínido hallado en 2013 por expertos de la ASU en el yacimiento Ledi-Geraru en la región de Afar, en Etiopía, que, con 2,8 millones de años de antigüedad, se convirtió en el más antiguo encontrado hasta ahora del género Homo, al que pertenece el hombre actual.

La investigación se centró en la reconstrucción del medioambiente de este antepasado para tratar de explicar por qué y cuándo apareció en esa zona del continente africano. A través de los fósiles de animales se ha reconstruido todo el entorno natural. En este sentido, la comunidad científica ha sostenido desde hace tiempo que el enfriamiento global y la expansión de ambientes herbáceos sentaron las bases para los comienzos del Homo.

«Cada vez hay más pruebas que refuerzan esa conexión, pero, hasta ahora, no hemos tenido datos medioambientales concretos sobre los orígenes del Homo, toda vez que (ese momento) se ha retrasado», explicó en un comunicado uno de los autores de este estudio, Joshua Robinson, del Instituto de Orígenes Humanos de la ASU.

El análisis de isótopos estables de fósiles de dientes llevó a estos investigadores a constatar que los primeros Homo de Ledi-Geraru vivieron en extensos pastizales áridos. Los resultados demostraron que casi todos los animales hallados junto a esos primeros humanos en esa zona se alimentaban de hierba, incluidos algunos que también consumían cantidades significativas de hojas de árboles anteriores a hace 2,8 millones de años. Por contra, la dieta del Homo de Ledi-Geraru parece que no se distingue de la del australopiteco, lo que sugiere que los orígenes del hombre moderno no están marcados por un cambio alimenticio.

«No nos sorprendió demasiado el hecho de la que la dieta de los primeros Homo fuera similar a la del australopiteco. Pero sí nos sorprendió que su dieta no cambiara cuando sí lo hizo la de todos los animales del entorno», señala otro de los expertos, Chris Campisano.

La ecología del bajo valle de Awash pasó de ser un paisaje húmedo y arbolado hace unos 3 millones de años, coincidiendo con la desaparición del australopiteco, a uno seco y cubierto de pastizales hace 2,8 millones de años, con la aparición del Homo.