No solo el coronavirus amenaza la paz mundial. También la alimentación y la agricultura se encuentran en una encrucijada. Según la Organización de las Naciones Unidas para la Alimentación y la Agricultura (FAO), 815 millones de personas padecen hambre y una de cada tres, malnutrición, lo que indica la fragilidad y el desequilibrio del sistema alimentario.

Si hacemos caso de las previsiones, que estiman que en el 2050 el planeta tendrá 9.000 millones de habitantes, satisfacer las necesidades alimentarias y nutricionales de la población mundial incrementará aún más la presión sobre los sectores agrícolas: agricultura, ganadería, silvicultura y pesca.

Ante este panorama, los expertos recomiendan abandonar las políticas y prácticas actuales para abrazar enfoques más sostenibles. ¿Cómo? Un informe de la FAO ofrece la respuesta: "Producir más con menos para salvaguardar los recursos naturales, mejorar la resiliencia y aumentar los ingresos netos". Alcanzar este objetivo requiere de una "visión común" de la alimentación y la agricultura que adopte los principios de los Objetivos de Desarrollo Sostenible (ODS) marcados en la Agenda 2030.

Cinco principios claves

Este nuevo enfoque, señala el trabajo elaborado por la FAO, se basa en cinco principios que equilibran las dimensiones sociales, económicas y medioambientales de la sostenibilidad, y son claves para implementar políticas, estrategias, regulaciones e incentivos que se adapten a las nuevas necesidades. Las cinco premisas son: aumentar la productividad, el empleo y el valor añadido en los sistemas de alimentación; proteger e impulsar los recursos naturales; mejorar los medios de subsistencia y fomentar el crecimiento económico sostenible; potenciar la resiliencia de las personas, de las comunidades y de los ecosistemas; y adaptar la gobernanza a los nuevos retos.

Para lograr la transformación real hacia una alimentación y una agricultura sostenibles, insisten los expertos de la FAO, es indispensable crear plataformas de implantación de los ODS. "Si no queremos dejar a nadie atrás, la atención ha de centrarse en reforzar los medios de subsistencia de los más pobres, en construir mejores vínculos entre las zonas rurales y las urbanas, y en el empoderamiento de la población rural para que se conviertan en agentes cruciales del cambio", sostienen.

Nuevos modelos

En este punto cabe preguntarse: ¿Vamos por el buen camino? Según el Instituto de Investigación de Agricultura Ecológica, España ocupa un lugar destacado en el podio de los países con más superficie destinada a la agricultura sostenible. Por definición, agricultura sostenible es aquella que utiliza técnicas y políticas aplicadas a la producción agroalimentaria que persiguen minimizar el impacto medioambiental, así como abastecer a toda la demanda del mercado de una forma saludable, competitiva y rentable.

En los últimos años su expansión ha dado lugar a nuevos modelos respetuosos con el medioambiente. Entre los más destacados figuran la agricultura biodinámica, que integra los cultivos y la ganadería para un uso eficiente y natural de todos los recursos; la permacultura, donde los agricultores tratan de ser lo más autosuficientes y óptimos posible, reciclando materiales y cultivando productos que se adecúen al clima donde se encuentran; y la agroecología, partidaria de consumir productos agrícolas producidos en la propia zona y de eliminar a los intermediarios en los procesos de venta. Otra tendencia es la utilización de abonos y fertilizantes de origen orgánico, mineral o vegetal para mejorar la producción agrícola y aplicar la tecnología y la innovación al servicio de los cultivos.

Empresarios, productores, agricultores e investigadores concluyen que "la biotecnología, con la que se consiguen mejoras genéticas y variedades nuevas, así como el uso de las últimas tecnologías, la digitalización y la biodiversidad serán herramientas esenciales para lograr una agricultura sostenible que permita obtener unos cultivos más eficientes, preservando los recursos naturales y reduciendo el impacto medioambiental.