De haber sido un personaje de ficción, el escritor se habría llevado un varapalo por previsible. Fatalista como un cuento, Carmen Ordóñez --hija y madre de toreros y pionera en el modus operandi de las exclusivas-- apareció ayer muerta en la bañera de su casa con una esponja en la mano y una herida en la cabeza. Quizá fue un resbalón. O quizá un requiebro de los somníferos. Pero Carmen, que hasta su última tarde estuvo debatiendo en Tele 5 sobre la adicción al sexo de su hijo Fran, tuvo una muerte tan sensacionalista como su vida.

Palabras como abismo y kamikaze solían seguirle como un fardo. Y ella, que convirtió su vida en un espectáculo, especuló como un broker con, por ejemplo, sus problemas con los somníferos y la cocaína. O con sus desintoxicaciones. O con las separaciones de sus hijos. Incluso era tertuliana de Tele 5. Siguiendo aquel aforismo warholiano de que todo tiene un precio, ella decía: "Vendo exclusivas porque me da la gana. Y más que voy a vender". Liquidada la herencia, dicen que se quedó sin blanca. Pero también que fue su disipada generosidad la que la arruinó, si puede estar en bancarrota quien gana 40.000 euros yendo a la TV.

INDOMABLE Y ENAMORADIZA Ella, que estudió en el Liceo francés y que de pequeña trepaba por las rodillas de Hemingway, pertenece a la primera generación de personajes del corazón sin oficio, si no se considera trabajo dar carnaza a ese monstruo bulímico que es la industria rosa.

En eso, la indomable y enamoradiza Carmen fue especialista. Simpatizante de Blas Piñar, se casó a los 17 años con Paquirri. De su matrimonio le quedaron dos hijos, Fran y Cayetano, y el embrión de la guerra que durante años libró con Isabel Pantoja por el legado del torero.

El episodio más escabroso fue el de la denuncia por malos tratos a su tercer ex , el bailarín Ernesto Neyra. Lo denunció en el programa de televisión Crónicas marcianas, y el caso se archivó por falta de pruebas y porque, según el juez, la víctima no daba "el perfil". A resultas, Neyra subió su caché en 6.000 euros. Extraño mundo el del corazón.