La belleza está en los ojos del que mira. O al menos así lo dijo Francis Bacon, célebre filósofo y pionero del método científico. ¿Pero qué es lo que realmente sabemos sobre este sentimiento arrollador? Un nuevo artículo publicado en la revista Current Biology repasa algunas de las reflexiones más destacadas sobre la belleza desde el punto de vista tanto filosófico como científico.

«La belleza es muy subjetiva y por ello se ha supuesto que es intratable por la ciencia, pero algunas de sus propiedades siguen reglas simples», explica Pelli, profesor en el Departamento de Psicología de la Universidad de Nueva York y autor del artículo. «Los filósofos siempre han supuesto que la sensación de belleza es un placer especial. Sin embargo, nuestro análisis muestra que la sensación de belleza puede ser simplemente un placer muy intenso, que de otro modo no sería especial», concluye el investigador.

Cualidades determinadas

La ciencia empezó a estudiar el arte para entender qué es aquello que caracteriza la belleza. Desde este punto de vista, diferentes estudios sobre la materia han puesto de manifiesto que existen determinadas cualidades de los objetos que pueden contribuir a su valor estético. Es el caso, por ejemplo, de la simetría o de aquello que entraba en la media. Esta sería la razón por la que encontraríamos más atractivo un rostro simétrico y sin ningún rasgo que lo distinga de la media.

De la misma manera, de acuerdo con algunas investigaciones sobre el tema, también se destaca que somos más proclives a apreciar composiciones en las que dominen curvas por encima de ángulos rectos o en las que se respete la proporción áurea, una representación matemática de unas proporciones reflejadas tanto en la naturaleza como en el arte.

¿Pero a qué se deben estas preferencias? De acuerdo con algunos estudios realizados desde la perspectiva de la psicología evolutiva, la apreciación de la belleza podría estar relacionada con la evolución como especie. Esto podría explicar por qué la representación de un cuerpo curvilíneo puede parece más atractivo, dada la relación de estos atributos con la fertilidad.

Simpleza

De la misma manera, el hecho de que se prefiera un paisaje frondoso a uno desierto podría deberse a la elección de un hábitat más acogedor para la vida. Una de las conclusiones más interesantes alcanzadas desde esta perspectiva concreta es que un objeto es más bello cuando más simple.

Diferentes estudios sobre el proceso de recepción del arte concluyeron que los objetos eran percibidos de manera más placentera cuando más simples eran de procesar. Estudios sobre la actividad cerebral han demostrado que la belleza queda reflejada en la actividad de uno de los centros del placer del cerebro, situado en la corteza orbitofrontal. Según estas investigaciones, esta reacción se produce en cuestión de milésimas de segundo.

En este sentido, algunos investigadores apuntan a una posible explicación a por qué la belleza y el arte podrían resultar adictivos. En el momento en que una experiencia estética produce una reacción positiva en nuestro cerebro, es lógico que busquemos más estímulos que nos produzcan una sensación similar. De ahí la búsqueda de la belleza en nuestra vida cotidiana.

Un proceso que, de acuerdo con los investigadores, condiciona desde cómo nos vestimos hasta qué lugar escogemos para ir de vacaciones. Todo sea por el placer que nos proporciona lo bello.