En la naturaleza, los animales rara vez sobreviven más allá de su etapa fértil. Las únicas excepciones a esta ley natural son unas pocas especies de mamíferos como las orcas, los narvales, las ballenas piloto, las belugas y, claro está, los humanos. En estos casos, las hembras no tan solo viven más allá de la menopausia, sino que siguen siendo imprescindibles para su entorno. La biología evolutiva ha intentado explicar este fenómeno con la teoría conocida como 'hipótesis de la abuela', según la cual la longevidad de estas hembras se puede explicar mirando de qué manera contribuyen al desarrollo de las familias y su bienestar.

Hasta ahora, la evidencia científica ha respaldado esta mirada sobre la evolución humana. Investigaciones anteriores, publicadas en revistas científicas como 'Proceedings of the Royal Society', demostraron que los cuidados de las abuelas a sus nietos pueden aumentar en 49 años la esperanza de vida de los primates, en un 'corto' periodo de tiempo evolutivo. Este mismo jueves, la revista Current Biology publica dos nuevos estudios en los que se respalda esta teoría desde una perspectiva histórica.

LOS CUIDADOS DE LAS ABUELAS Y LA DISTANCIA GEOGRÁFICA

Un estudio liderado por la Universidad de Bishop (Canadá) ha investigado sobre la importancia de las abuelas en el desarrollo de las familias. En este caso, el equipo de investigadores, liderado por Patrick Bergeron, analizó los datos demográficos de los primeros asentamientos franceses en Quebec (Canadá) de los siglos XVII y XVIII. Estos antiguos registros sobre la vida de los colonos europeos permitieron entender la composición de los hogares, la distribución de las familias y, sobre todo, la distancia geográfica entre las abuelas y sus nietos.

El análisis de estos datos mostró cómo las abuelas se volvieron imprescindibles para la supervivencia del núcleo familiar. En aquellos hogares donde las abuelas estaban vivas y se mantenían cerca a sus nietos, las familias no tan solo eran más grandes, sino que los nietos sobrevivían en mayor porcentaje que en aquellas familias sin abuelas. Los investigadores también observaron que conforme crecía la distancia geográfica entre las abuelas y sus hijas, los índices de nacimiento y supervivencia de los nietos disminuían.

"En nuestro estudio, las mujeres cuyas madres estaban vivas tuvieron más hijos y más de esos hijos vivieron hasta la edad de 15 años", explica Bergeron. "Curiosamente, los beneficios relacionados con la presencia de las abuelas disminuyeron a medida que aumentaban las distancias geográficas abuela-hija, lo que sugiere que el potencial de ayuda podría estar relacionado con la proximidad geográfica", añade. En este sentido, el investigador argumenta que, al investigar las distancias geográficas, se ha podido demostrar empíricamente otro factor mediador de la ayuda de la abuela, algo que agregando otra pieza al complejo rompecabezas de la vida post-reproductiva.

LA EDAD DE LAS ABUELAS Y LA ESPERANZA DE VIDA

Investigadores de la Universidad de Turku (Finlandia) han analizado de qué manera la edad de la abuela afecta a la estabilidad del núcleo familiar. En este caso, se analizaron al detalle los registros de vida que, almacenados en las iglesias locales, conservaban el testimonio de las vidas de los finlandeses que vivieron entre el año 1731 y el 1890. En esta época la población finlandesa vivió grandes fluctuaciones demográficas debido a la inclemencia climática, un bajo rendimiento de los cultivos y el aumento de las enfermedades. Todo ello causó grandes cambios en las tasas de natalidad, mortalidad y fertilidad. Se calcula que aproximadamente un 5% de los recién nacidos en aquella época murieron antes de los 5 años.

El análisis de estos datos, liderado por Virpi Lummaa, desvela que en este tipo de contextos la presencia de las abuelas se convierte en un elemento esencial en la supervivencia de los nietos. En el caso concreto de la sociedad finlandesa preindustrial, la existencia de una abuela entre los 50 y los 75 años está relacionado con una mayor supervivencia de los pequeños. En contrapartida, la presencia de una abuela de más de 75 años y, presuntamente con mala salud, resultaba perjudicial para la longevidad de los pequeños de la casa.

"Nuestro trabajo implica que, si bien la vida posterior a la reproducción podría haber evolucionado al menos en parte debido a los efectos beneficiosos de las abuelas, estos beneficios disminuyen con la edad, medida que también disminuyen las oportunidades y la capacidad de proporcionar ayuda. Esto lleva a límites de la evolución el aumento de la esperanza de vida", explica Simon Chapman, primer autor del estudio. "Como la esperanza de vida en las naciones industrializadas modernas es mucho más larga que en el pasado, puede ser que la medicina nos haya permitido superar el límite natural de la longevidad", añade.