La vida con un poco de jamón, queso y chocolate, se ve de otra manera. Por eso, los españoles repatriados desde Wuhan, la ciudad donde se originó el brote de coronavirus, no han dudado en pedir alimentos difíciles de encontrar en China, así como camisetas de manga corta y productos de higiene a sus familiares, en su segundo día de reclusión en el hospital madrileño de la defensa Gómez Ulla.

A las puertas del centro sanitario, algunos de los allegados relataron este domingo que la veintena de repatriados se encuentran «muy bien de moral» y contentos. Y que aunque comen bien en el hospital, no han dudado en pedirles algunos caprichos en cuanto han sabido que se pueden introducir en la planta aislada alimentos envasados.

Las visitas se desarrollan en una habitación y se limitan a una diaria por repatriado, de veinte minutos máximo y sin que se produzca ningún contacto físico. Aún así, la mujer de Manuel Vela, entrenador de fútbol en Wuhan, señaló que para ella fue «muy reconfortante» ver de nuevo a su marido, quien tiene intención de volver a China porque sigue vigente su contrato laboral. «Pero antes va a ir a Sevilla a comer chicharrones y gambas al ajillo», apostilló entre risas su prima ante los medios de comunicación.

APOYO EN EL GRUPO

Los médicos han aconsejado a los españoles que se apoyen en el grupo y, según explicaron los familiares, es lo que están haciendo. Como ninguno de ellos tiene síntomas de padecer coronavirus, los controles sanitarios se limitan a tomarles la temperatura varias veces al día.

Disponen de habitaciones individuales y una sala común con un sofá, sillas, televisión, juegos de mesa y los periódicos del día. Además, en una sala vacía, como muchos de ellos están vinculados al fútbol, han improvisado un gimnasio con unas sillas y unas mantas.