Diez días después de la desaparición de Julen en Totalán (Málaga), su rescate se ha convertido en una tarea agónica por un cúmulo de fatalidades.

300 personas luchan contra el Cerro de la Corona por localizar a Julen en sus entrañas, pero el monte ha roto todos los plazos. La última complicación se produjo ayer mismo: los tubos de acero que deben revistar el interior del pozo para evitar desprendimientos no pasaban de los 42 metros.

«Estas discontinuidades son habituales en este tipo de perforación y de material geológico que hemos encontrado», explicó, ya que la perforadora no deja la pared limpia o pulida, quedan trozos de piedra asomando. Basta con que uno de ellos sobresalga un poco más de la cuenta para que tubo no entre. La solución: completar el paso de reperfilado que se suele hacer con estas perforaciones y que, en esta ocasión, se saltó porque «el tiempo es clave» para el rescate, explica Ángel García, delegado en Málaga del Colegio de Ingenieros de Caminos y portavoz del equipo rescate. Ahora, se está volviendo a perforar el pozo y rebajar esos salientes para encamisarlo y que la brigada de salvamento pueda entrar en acción y excavar manualmente la galería horizontal de cuatro metros que conduzca hasta el tapón bajo el que se cree se encuentra el niño.

Un juzgado de Málaga ha abierto diligencias de oficio sobre la desaparición de Julen, y que incluye un atestado de la Guardia Civil con las declaraciones a los agentes tanto de los padres como del dueño de la finca y el autor del pozo. También se investiga la ilegalidad del sondeo y la realización de una zanja, que se sospecha previa a una construcción, que podría haber movido esa tapa del pozo.