Los restaurantes automatizados, donde los comensales interactúan con robots, ganan terreno en países como Estados Unidos, donde la rapidez y la eficacia en el servicio son dos aspectos muy valorados. El último en sumarse a la avanzadilla de restaurantes basados en la tecnología -y algo de inteligencia artificial- es Creator, que se han hecho un hueco en la enorme oferta gastronómica de San Francisco con unas hamburguesas de seis dólares.

El chef de Creator es una imponente máquina formada por 350 sensores y 20 microordenadores capaz de servir hamburguesas en apenas cinco minutos. Unas pocas instrucciones, con detalles como el punto de cocción y los complementos deseados, y el sistema se pone en marcha a los ojos de los clientes. Ver la preparación del plato, observar cómo coge forma la hamburguesa a medida que avanza por un circuito de cintas transportadoras, es parte de la experiencia gastronómica de Creator.

MÁS CALIDAD POR MENOS

El gerente del negocio, Alex Vardakostas, explica a The Verge que el principal desafío era conseguir que no pareciera una hamburguesa hecha por un robot. No querían hacer otra vending machine o máquina expendedora clásica. Esta hamburguesería con estética futurista rompe la ecuación de los costes de los restaurantes tradicionales. «Gastamos más en los ingredientes que otras hamburgueserías», aseguran en su página web. Esto explica, continúan, que puedan ofrecer unos platos de «buena calidad a un precio más bajo».

En esta misma línea fue concebido Spyce, un restaurante de Boston con un evidente carácter experimental creado por cuatro graduados en la prestigiosa MIT (Massachusetts Institute of Technology) en colaboración con Daniel Boulud, un chef de origen francés con dos estrellas Michelin en su currículo. «Excelencia culinaria impulsada por la tecnología». Con esta idea, los chefs fueron sustituidos por siete robots autómatas que despachan ensaladas y arroces en solo tres minutos y para todos los bolsillos, gustos e intolerancias. En su carta hay platos vegetarianos, veganos y sin gluten. «Estamos en la intersección entre la tecnología y la hospitalidad, haciendo comidas nutritivas, accesibles y sabrosas», dicen en su web sus cuatro jóvenes fundadores.

Zume Pizza, uno de los primeros negocios gastronómicos con robots, nació en el corazón de Silicon Valley, en San Francisco, y sirvió su primera pizza el 1 de abril del 2016. Desde entonces reparte a diario por la zona de Palo Alto y Mountain View cientos de pizzas elaboradas con una precisión quirúrgica. Unos brazos mecánicos se encargan de amasar la masa y preparar la base perfectamente redonda en un tiempo récord: nueve segundos. Estas máquinas también están programadas para extender el tomate y otros ingredientes -con una endiablada exactitud- y retirar las pizzas de los hornos.

Todos estos casos de negocios con procesos automatizados tienen algo en común: los robots permiten que el personal humano se pueda dedicar a tareas más cualificadas o cualitativas como el mantenimiento de los aparatos y la atención a los clientes.

Un buen ejemplo es Flyppy, un artefacto valorado en unos 100.000 euros programado para trabajar en la parrilla y asar 2.000 hamburguesas al día. Este cachibache es una gran ayuda en la hamburguesería Caliburger de Pasadena, en California. El funcionamiento no es muy diferente, al menos en apariencia, al del brazo mecánico de Café X, una pequeña cadena de cafeterías autoservicio con tres locales repartidos en San Francisco. A la gran velocidad de este barista -puede preparar 120 bebidas en una hora-, se suma la posibilidad de hacer el pedido y pagar a través de una app gratuita.