Las risas resonaron ayer por la tarde la sexta planta del Hospital Carlos III de Madrid. ¿El origen? La habitación número ocho en la que lucha contra el ébola la auxiliar de enfermería Teresa Romero, de 44 años. Tras dos malas noches con crisis respiratorias, la paciente hizo reír al equipo sanitario bromeando a través del interfono que tiene junto a la cama y con el que se comunica con sus compañeros: «Venga, compañeros, que no me dais ni agua». Hay tantas ganas de sonreír en esa sexta planta que la broma de la auxiliar cayó como agua de mayo entre los sanitarios. «Donde hay risa hay vida», sintetizó uno de ellos.

Romero mejora, aseguran fuentes sanitarias. Su carga viral, que nunca llegó a ser muy elevada, se está controlando y reduciendo con el suministro de los distintos fármacos y sueros. La temperatura también está controlada y las constantes vitales son «buenas» teniendo en cuenta la batalla que está librando contra el ébola. Los pulmones son su punto débil. En las últimas noches Romero ha guerreado con la mascarilla. Incluso se la ha llegado a quitar sin querer porque le molesta. Ayer por la tarde el equipo médico decidió suministrarle un tranquilizante para que esté más relajada y evitar que se retire la mascarilla. Su propio hermano, José Ramón, contó a este diario que a su hermana se le «caía la mascarilla». En realidad se la quita ella.

JORNADAS CLAVE

Con el mando a distancia de la cama, Romero se coloca en la postura más cómoda para ella para respirar. Ayer se pasó la tarde inclinada. No le pueden dar agua, la alimentan por vía intravenosa y está sondada desde el día en que ingresó en el Carlos III.

La auxiliar de enfermería afronta a partir de hoy las dos o tres jornadas clave en su lucha contra la enfermedad. Si las supera, sus probabilidades de salir adelante habrán aumentado sustancialmente. Querrá decir que ha vencido a la infección. El virus ya estará en claro retroceso, aunque su superviviencia no estará asegurada. Dependerá aún de cómo hayan quedado afectados sus órganos vitales. Impera la cautela.

Ese es el escenario que dibujaron ayer los portavoces de la comisión de coordinación creada por el Gobierno, que siguen al minuto la evolución de la enferma aunque no pueden revelar más detalles por expreso deseo de la misma. «La evolución del ébola se conoce a las dos semanas [de haberse manifestado la infección, que se cumplen hoy]. Ahí suele decantarse la evolución de la enfermedad», explicó Fernando Simón, uno de esos portavoces.

El resto de los pacientes del Carlos III, las 15 personas en observación voluntaria en habitaciones aisladas de la quinta planta, siguen evolucionando positivamente, sin nigún tipo de síntoma. Casi todos han recibido visitas de familiares y ayer una de las mujeres colgó en el cristal de su ventana un cartel para los fotógrafos: «Soy médico, no esteticién». El fin de semana algún medio la confundió con una de las tres jóvenes esteticistas que atendieron y depilaron a Teresa Romero en una peluquería de Alcorcón y que están entre las 15 personas en cuarentena.

En el ala derecha de la sexta planta ya han empezado las obras para habilitar nuevas habitaciones con presión negativa y esclusas más amplias para ingresas a posibles nuevos infectados de ébola en España.