Por fin abandonó ayer el hospital Teresa Romero. Salió rumbo a su pueblo libre de ébola y sin guardar rencor, según sus propias palabras. Segura de que la española es la "sanidad mejor del mundo", pese a la "nefasta dirección política" a la que está sometida. No quiso entrar en más polémicas Romero en el primer día de lo que podría considerarse su renacimiento: ha dejado los asuntos espinosos en manos de sus abogados. Termina una etapa para Romero. Y con su recuperación, finaliza también la minitregua que los grupos de la oposición --especialmente el PSOE-- le habían concedido al Gobierno en los últimos días sobre a lo que la gestión política concierne. "Es la hora de la responsabilidades", avisó desde Valencia el socialista Pedro Sánchez, añadiendo que "la primera responsabilidad" debe pagarse con la cabeza política de la ministra Ana Mato, en forma de cese o dimisión.

Tras subrayar su "alegría" por el alta definitiva de la afectada y el "excelente trabajo" que a su juicio han realizado los profesionales de la salud pese a estar inmersos en el "desmantelamiento de la sanidad pública" y en la "precariedad", el líder del PSOE insistió en que ahora toca que sea el propio presidente del Gobierno, Mariano Rajoy, quien dé cuenta de cómo se ha lidiado con el ébola a partir del contagio de Romero, "desde el minuto uno y hasta el final cuál ha sido la cadena de errores", tanto por parte de la titular de Sanidad como del consejero madrileño del ramo, Javier Rodríguez, informa Laura L. David.

LA GRATITUD DE LA MINISTRA

Ni Mato ni Rodríguez se van a librar del aluvión de críticas de la oposición por el hecho de que Teresa Romero ya esté en la calle. Todo lo contrario. La oposición cree que está más justificado que nunca reanudar una batalla que no considera ni mucho menos terminada. Así, a las probables denuncias que puedan recibir de manos de los representantes legales de Romero se van a sumar las exigencias de dimisión o cese en las Cortes o en la Asamblea madrileña.

En lo que atañe a Mato, la ministra envió ayer un comunicado a la prensa con el que pretendía mostrar su "reconocimiento y gratitud" a la auxiliar de enfermería contagiada por haberse presentado voluntaria para atender a los misioneros fallecidos el pasado verano, repatriados a España tras contraer el virus. Asimismo se acordó del personal del hospital Carlos III y de "todos aquellos profesionales que día a día trabajan en nuestro magnífico sistema sanitario para preservar la vida de los ciudadanos, aún poniendo en riesgo su salud". En cuanto a su futuro político, sus compañeros de partido piensan que ella tiene más posibilidades y apoyos que el consejero para aguantar el temporal que le viene encima. Fuentes populares consultadas por este diario apuntan que Rajoy no dejará "en la estacada" a una veterana del partido con la que tiene buena relación desde hace años y que, como ya se especulaba en el PP hace semanas, podría terminar buscándole alguna salida o cambio de cargo en los próximos meses.

GONZÁLEZ SE LA JUEGA

Las mismas fuentes auguran un peor futuro a Javier Rodríguez, de quien se da por seguro que abandonará sus responsabilidades en el corto plazo, dado que ya no cuenta con el respaldo de su Gobierno. El presidente madrileño, Ignacio González, tira por el momento pelotas fuera, pero evita el apoyo público a un consejero que llegó a acusar a Romero de mentir sobre su estado de salud mientras ella se encontraba internada con grave riesgo para su vida. Por el momento González se limita a intentar colocar el foco en la recuperación de la paciente, a fin de rentabilizar mediáticamente este éxito de la sanidad en su región. "Es sorprendente. ¿Hay que asumir responsabilidades porque Teresa se haya curado?", se preguntó ante los periodistas ayer el presidente de Madrid, añadiendo que es momento de "felicitarse" por la superación de una enfermedad "gravísima". "La responsabilidad está en el trabajo bien hecho, extraordinario, de los profesionales", remarcó.

González está ganando tiempo porque quiere ser él quien marque el calendario y no que le venga dado por la "presión" de la oposición, señalan desde su entorno.

Pero el político madrileño es consciente que desde hace semanas, en La Moncloa, también se espera un gesto suyo que implique un adiós al polémico consejero de Sanidad. La situación de González no es fácil: él ansía ser el candidato de su partido a la comunidad en las elecciones del próximo mayo (el sillón de mando que ocupa ahora lo heredó de Esperanza Aguirre cuando dejó "la primera línea" política) , y sabe que la decisión depende solo de Rajoy. Evidentemente, que se haya destapado en estos días la Operación Púnica --en la que está implicado Francisco Granados, que fue la mano derecha de Aguirre, entre otros-- no juega a su favor. Tampoco pasa Rajoy y su imagen por el mejor de los momentos pero, hoy por hoy, sigue teniendo el bastón de mando a la hora de mover fichas en el PP. ¿Le dará González el sacrificio del consejero, algo que parece querer el presidente del Gobierno y líder de los populares?.