Los veteranos que todavía recuerden a Franco en el balcón del Palacio Real balbuceando aquello de "españoles", los que disfrutan escarbando en el pasado, los aficionados a los vídeos de terror y, en fin, el pueblo soberano, todos tendrán la oportunidad de reordenar su disco duro cuando los contrayentes, Felipe y Letizia, comparezcan para saludar en el balcón central del Palacio Real. El que utilizaba el dictador, pero transformado esta vez en un espacio para la ilusión.

Porque el próximo sábado, antes de la celebración del banquete nupcial, la balaustrada que se abre sobre la plaza de Oriente brindará una imagen bien distinta de la foto que ofreció Franco en su última aparición en ese mismo balcón. Fue el 1 de octubre de 1975, cuando sus fieles montaron un acto de desagravio después de la reacción internacional de repulsa ante la ejecución de dos etarras y tres miembros del FRAP.

ENTUSIASMO En esta ocasión, el 22 de mayo del 2004, una pareja de recién casados, enamorados y felices, serán los que convoquen al entusiasmo popular, que podría llegar al delirio si acaban besándose ante el respetable público en el escenario escogido para el saludo.

Como es natural, el protocolo de la Casa Real no da cuenta de si habrá ósculo, si éste será amistoso y en las mejillas o pasarán a mayores demostraciones de arrebato. Lo cierto es que un tierno beso entre los enamorados ayudaría a borrar definitivamente los rastros de aquella sombra que, a veces, parece seguir empotrada en las piedras del palacio.

DESPEDIDAS La salida de los recién casados al balcón será la despedida formal de los príncipes de Asturias. Su última aparición en público de la jornada. Una vez que los grandes ventanales del palacio que en 1764 acabó de construir Francisco de Sabatini se cierren a sus espaldas, la pareja se sumergirá en el premioso ritual del banquete.

Después llegarán los brindis, los saludos protocolarios y las felicitaciones de los asistentes a la celebración. Y, por último, la despedida de los invitados. De la misma manera que en la boda de Cristina de Borbón e Iñaki Urdangarín, no está previsto que los novios bailen, ni solos ni rodeados de los comensales. La familia real tiene aún muy presente la masacre de la estación de Atocha del pasado 11 de marzo.

COORDINACION Todo está ya a punto, en definitiva, como ayer pudieron comprobar los novios con sus propios ojos en la reunión celebrada con la comisión de coordinación del enlace que preside la vicepresidenta del Gobierno, María Teresa Fernández de la Vega, y que integran las administraciones central, municipal y autonómica. El príncipe Felipe y su prometida se interesaron por la situación en la que se encuentran los preparativos de la boda, y se mostraron preocupados por las molestias que la celebración de su enlace puede acarrear a los ciudadanos.

Los contrayentes insistieron mucho en que los ciudadanos puedan conocer a fondo los recorridos alternativos que se establecerán en toda la ciudad con el fin de poder amortiguar el impacto de los cortes de tráfico previstos para el día de la boda. También se alegraron de que el transporte público sea gratuito ese día hasta las 16 horas. De la Vega les entregó la memoria que recoge todos los detalles y los planes que se desarrollarán el sábado.