La euforia de la desescalada no debería hacer olvidar que hace tan solo dos meses y medio los hospitales eran un campo de batalla. Las fotos de las urgencias colapsadas, los enfermos en la ucis y los hospitales de campaña inundaron los medios de comunicación dibujando una radiografía estremecedoras que ahora empieza a completarse con un goteo de nuevos datos.

En el peor momento de la pandemia, en plena Semana Santa, más de la mitad de las camas hospitalarias llegaron a estar ocupadas por los enfermos de covid-19. Según las infografías facilitadas por el Ministerio de Sanidad, unos 47.000 infectados ocupaban el 55% de las 84.000 plazas de las que dispone el sistema, incluidas las ampliaciones de emergencia.

El peor escenario se vivió en las ucis. Pese a que en algunos centros se llegó a triplicar su capacidad, los afectados por el virus llegaron a copar el 84% de estas plazas para críticos. 5.550 sobre el total de 6.500. Casi 9 de cada diez ucis se destinaron a ellos. No es de extrañar que por las mismas fechas se produjeran los picos máximos de muertes, al entorno de las 900 diarias, en una auténtica nueva Semana Trágica.

DESDE FEBRERO

Aún faltan estudios, pero todas la hipotésis apuntan a que el virus ya circulaba de modo importante especialmente por Madrid la última semana de febrero pero sólo empezó a ser detectado a partir del 9 de marzo. Demasiado tarde. La transimisión masiva se produjo antes de que el 15 entrara en vigor el estado de alarma. El drástico confinamiento no podía evitar lo que ocurrió días después. La última semana de marzo tuvo lugar el pico de casos, con un ritmo diario de entre ocho y nueve mil.

A la vista de los datos de ocupación hospitalaria la pregunta obvia es: ¿A donde fueron a parar el resto de enfermos? Es cierto que se aplazó la atención de las afecciones menos graves y se pospusieron operaciones, pero también los es que muchos enfermos de afecciones muy graves vieron retrasado su ingreso por la saturación o el propio miedo a infectarse, como reconoció el pasado viernes por el portavoz Fernando Simón.

Queda además con exactitud que pasó en las residencias y en los domicilios de los ancianos, aunque ya empieza a quedar claro que muchos no fueron trasladados a los hospitales porque estos habían sobrepasado su límite de capacidad.

La cifra real de fallecidos por coronavirus en España se acercará más a los 43.900 de sobremortalidad detectada desde el 1 de marzo por el sistema de monotorización Momo de Sanidad que a los 28.322 del registro oficial, tras su última actualización. Éste solo recoge las decesos de enfermos diagnósticados por PCR y deja fuera a gran parte de los ancianos de las residencias y los domicilios. Tampoco incluye a los enfermos graves de otras dolencias que, por la pandemia, no fueron atendidos.

95% SIN ANTICUERPOS

Dos meses y medio después, de aquellos 5.500 enfermos covid-19 que copaban las ucis quedan sólo 254, casi la mitad en Madrid (101) y una proporción importante en Cataluña (62). De las 85.000 camas hospitalarias, 1.682 se destinan ahora a estos pacientes. Son cifras que siguen disminuyendo, pero la consigna es no bajar la guardia.

El contagio del 5,2% de la población produjo el cataclismo. Son los datos del estudio de seroprevalencia, que también se pueden leer de otro modo: el 94,8% de los españoles carecen de anticuerpos. Sólo el contagio de una pequeña parte de ellos puede generar otro cataclismo aún mayor si nos descuidamos. En Irán han experimentado una segunda ola aún más dañina que la primera.