Hasta ahora, la rebelión interna en el PP contra la ley del aborto ha estado protagonizada por barones y cargos autonómicos, cuyo papel no es decisivo en la aprobación de la restrictiva norma. Entre los parlamentarios, la punta de lanza la ha puesto la diputada y vicepresidenta del Congreso, Celia Villalobos, quien fiel a su larga tradición de discrepancia en este asunto, ha pedido que los populares puedan votar la norma en conciencia y sin exponerse a sanciones. Pese a que esta posibilidad ha sido rechazada de plano por el portavoz del PP en el Congreso, Alfonso Alonso, --quien por contra se muestra abierto a que se introduzcan cambios que suavicen la norma--, Villalobos consiguió ayer una aliada.

La senadora y alcaldesa de Cáceres, Elena Nevado, se postuló a favor del voto "libre y en conciencia", porque en un tema como este, señaló, hay que "respetar la libertad de pensamiento y religiosa". Nevado es afín al presidente de Extremadura, José Antonio Monago, quien el miércoles consumó su rebelión contra la ley Gallardón al instar al PP extremeño a solicitar en las cortes regionales la paralización de la ley hasta que haya más consenso.

Monago y Mariano Rajoy coincidieron ayer en la entrega de un premio, precisamente en Cáceres, y ambos intercambiaron un saludo frío y protocolario. Mientras tanto, el PSOE no perdió la oportunidad de hurgar en la herida y pedir a los diputados extremeños, como el vicesecretario general del Partido Popular, Carlos Floriano, que se pronuncien sobre si apoyan la posición crítica de Monago o la de Rajoy.