Ángela Rafols es de aquellas personas a las que el mundo se les queda pequeño, así que su cooperación no solo la vierte en África, también en los campos de refugiados saharauis acogiendo niños. Y en la India. En el subcontinente asiático compró el año pasado dos casas con unas amigas. «Los precios no son ni mucho menos los de aquí», puntualiza. No se trata de segundas residencias. Ni siquiera son viviendas a su nombre. Las propietarias son mujeres indias. ¿Por qué? «Así cuando el marido las repudie no se quedarán sin casa». El motivo de explicar esto es porque Ángela es una de las agraciadas con el número 37.142, el que se llevó ayer el premio Gordo del sorteo del Niño. Y, obviamente, «una parte la dedicaremos a la solidaridad», apunta. Ángela se pasa al plural porque no está sola en esto, su marido, José Antonio González, la apoya incondicionalmente. Y el premio es de los dos. No en vano llevan toda la vida juntos. Décadas en las que han compartido de todo, incluso otro premio de lotería. Hace muchos años, tantos que solo recuerdan que era en pesetas. Fue también con el 37.142. Y es que el restaurante Xamfrà Gaudí, del que son propietarios y cuyo rabo de toro es más que bueno, llevan 20 años abonados al número.

Cosmin Rotariu tiene quince años y 200.000 euros inesperados en el bolsillo. «Lo compré ayer (por el sábado) con los 20 euros que gané en la lotería de Navidad, escogí este, y ¡bingo!», lo contaba blandiendo el décimo con entusiasmo desbordado mientras saltaba, lo besaba y bromeaba. Cosas de la inocencia e inconsciencia de la edad.

Rotariu no sabe en qué lo invertirá, pero tiene claras dos cosas: lo repartirá con su familia (por amor o por obligación, pues lo tendrá que cobrar su padre, él es menor y no puede jugar) y quiere comprarse «un móvil nuevo y esas cosas que hace la gente pija».