La sonda espacial Cassini ha puesto fin a sus días desintegrándose al entrar en a la atmósfera de Saturno, el planeta al que se ha consagrado durante los últimos 13 años. Tal como estaba previsto, la última señal se recibió a las 13.55, hora española, en el Jet Propulsion Laboratory (JPL) de la NASA, el centro de control de la misión. La veterana Cassini, una nave de 2,5 toneladas lanzada en octubre de 1997, llevaba en las inmediaciones de Saturno desde el 2004.

Un minuto después de la última comunicación, cuando se encontrara a unos 1.700 kilómetros de la superficie de Saturno, la sonda estadounidense se pulverizó, probablemente en menos de dos minutos. La atmósfera del planeta a esa altitud es muy tenue, pero lo suficiente como para no dejar ni rastro de la nave teniendo en cuenta la velocidad de entrada de 113.000 kilómetros por hora. Y entonces, como mostró la retransmisión en directo de la NASA, el coordinador del proyecto Cassini, Earl Maize, con cara de satisfacción, dio por finalizada la misión.

La confirmación se recibió 83 minutos después. Es el tiempo que tardaron las señales de radio en llegar hasta la Tierra

Todo, no obstante, sucedió en realidad 83 minutos antes, el tiempo que tardaron las señales de radio en recorrer los 1.400 millones de kilómetros que separaban la Tierra de Saturno. La primera señal se recibió en la antena de Canberra, en Australia, y fue derivada al JPL.

EL ÚLTIMO ESFUERZO / La nave utilizó el poco combustible que le quedaba para mantener la antena orientada hacia la Tierra y transmitir datos hasta el último momento. «Este es el final de la misión. Espero que todos estéis orgullosos de este increíble éxito. Felicitaciones a todos», destacó Maize entre aplausos. Pese a los años transcurridos, 10 de los instrumentos de la nave funcionaron correctamente y suministraron datos hasta la desintegración final.

Las últimas imágenes se enviaron el jueves, antes de la inmersión definitiva, y durante los últimos momentos se efectuaron mediciones de la densidad de plasma, el campo magnético, las temperaturas y la composición atmosférica a una profundidad inédita hasta ahora.

Con el sacrificio controlado de Cassini en la atmósfera de Saturno, la NASA garantizaba que las lunas heladas del planeta, particularmente Encélado y su océano, no se contaminaran con los microorganismos terrestres que pudieran quedar a bordo de la nave, «dejándolas inmaculadas para su futura exploración», como subrayó la Agencia Espacial Europea (ESA), socio de la misión. Cassini ha pasado los últimos cinco meses sumergiéndose entre los anillos de Saturno y su atmósfera en una serie de 22 órbitas finales.

PROYECTO REVOLUCIONARIO / La misión al completo ha sido el proyecto internacional en el que la NASA ha llevado el mando de la nave principal y la mayor parte de la inversión económica. La ESA y la Agencia Espacial Italiana también han aportado elementos clave, especialmente la pequeña sonda Huygens, que se separó de Cassini y se posó en Titán el 14 de enero de 2005.

«Cassini ha revolucionado nuestros conocimientos sobre Saturno y sus lunas», afirmó en un comunicado Álvaro Giménez, director de ciencia de la ESA. Entre otras muchas cuestiones, las observaciones a lo largo de estos años han permitido descubrir nueve pequeños satélites hasta entonces desconocidos, detectar agua líquida que emergía en forma de géiseres de la superficie de Encélado y también observar mares de hidrocarburos en Titán.

«La misión también puso de relieve las características únicas del resto de lunas de Saturno, desde Jápeto y su cordillera ecuatorial hasta Hiperión, que parece una esponja gigante, y desde Pan con su forma de ravioli hasta Mimas, que nos recuerda a la Estrella de la Muerte de la Guerra de las Galaxias», destaca la ESA.