La sonda espacial internacional Cassini, que orbita Saturno desde 2004, se prepara para su acto final, su desintegración en la atmósfera del planeta de los anillos, tras una misión de veinte años plagada de descubrimientos asombrosos, entre ellos la posibilidad de vida fuera de la Tierra. Es precisamente esa posibilidad la que ha llevado a los responsables de la misión a precipitar el robot espacial contra la superficie de Saturno para evitar que su caída accidental en alguna de sus lunas comprometiese el desarrollo de vida incipiente.

En concreto, el peligro es que cayera sobre Encélado, la pequeña luna helada de Saturno a la que Casinni realizó un histórico acercamiento en 2015 que permitió determinar por primera vez la existencia fuera de la Tierra de agua, energía química disponible y material orgánico, las condiciones para el desarrollo de la vida. los organismos microscópicos vivos que pudiera portar Cassini podrían comprometer el eventual desarrollo de vida en ella.

Los experimentos llevados a cabo en la Estación Espacial Internacional han mostrado que los microbios pueden sobrevivir durante años a temperaturas extremas, a la radicación y al vacío espacial. Al llegar el fin de sus misiones debido al agotamiento del combustible que permite cambiar de trayectoria aprovechando las fuerzas gravitacionales, algunas sondas espaciales son abandonadas, pero en este caso los científicos no quieren correr riesgos. Se destruirá a partir del 26 de abril.