Phil Saviano explicó en diciembre de 1992 que de crío, a los 11 años, había sido abusado por un sacerdote de Massachusetts (EEUU). En esa época, buena parte de la sociedad noteamericana le dio la espalda. Todo cambió cuando finalmente el Boston Globe, que hasta entonces se había negado a publicar su historia, le escuchó. Aquel trabajo periodístico fue llevado al cine en la película Spotlight, ganadora de un Oscar. Saviano es una de las principales voces contra la pederastia eclesial en el mundo.

-Casi 30 años... ¿No está un poco cansado?

-A veces me siento un poco atrapado. Porque es un tema muy doloroso. Pero creo que es muy importante. He podido conectar con muchas víctimas y una de las cosas que querría decirles a todas es que pueden haberte sucedido cosas horribles en tu vida de niño pero eso no significa que el resto de tu vida tenga que ser horrible.

-¿Así que nunca se ha planteado rendirse?

-Para ser sincero, después del 2002, cuando el Boston Globe publicó el caso pensé que debía olvidarme ya del asunto. Pero después SNAP (Survivors Network by those Abused by Priest) me pidió que me uniera a ellos y acepté. Tras varios años, cuando ya me planteaba dar un paso al costado, me llamó Mike Rezendes (uno de los periodistas del Boston Globe) y me dijo que Hollywood iba a hacer una película. Así empezó la historia de Spolight, que llevó seis años preparar. Y ahora estoy en Roma. Creo que lo que he aprendido es que este tema va para largo.

-¿Merece la pena contar que han abusado sexualmente de uno?

-Salir y explicar lo que te han hecho también significa recuperar parte del poder que te quitaron cuando eras un niño.

-Usted incluso lo ha contado en el cine, en ‘Spotlight’...

-Gracias a esta película personas de todas las partes del mundo me han dicho que tras verla han entendido de qué va todo esto.

-A los periodistas les costó publicar su historia.

-Cuando conté mi caso mucha gente no me apoyó, e incluso me ridiculizaron. En Boston había algunas teles y radios dispuestas a hablar conmigo. Pero el periódico más reputado, el Boston Globe, no estaba interesado. No al principio.

-¿Es que no les interesaba la historia?

-Me dijeron que sus jefes necesitaban evidencias de que esto estaba pasando todavía. No lo entendí porque yo entregaba pruebas de que había ocurrido y ver si seguía sucediendo era su trabajo. Para tratar de convencerles les ofrecí que se reunieran con un grupo de apoyo a las víctimas. Para que conocieran los abusos que sufrieron por parte de muchos sacerdotes cuyos nombres nunca habían sido publicados. Los periodistas del Globe aceptaron pero llamaron el día antes del encuentro para decir que no podían venir.

-¿Qué cambió la historia?

-En verano del 2001 al Globe llegó un nuevo director. Marty Baron, ni era de Boston ni debía favores a nadie. En su primera reunión en la redacción les dijo: «¿Qué pasa con vosotros, por qué no estáis investigando esto?».