El vuelo MH370 de Malaysia Airlines conservará la etiqueta de el mayor misterio de la aviación. La operación de búsqueda más cara, compleja y ambiciosa de la historia se suspendió ayer sin haber encontrado el aparato en el lecho marino del Índico. La decisión condena a la desesperanza a los familiares de 239 personas casi tres años después de que se desvanecieran.

El comunicado conjunto de los tres países involucrados en la búsqueda (Malasia, China y Australia) lamenta que «la mejor ciencia disponible, la tecnología más puntera y los más cualificados profesionales del mundo» hayan sido inútiles. También honra la memoria de los desaparecidos y mantiene «la esperanza de que haya nueva información en el futuro y el avión sea localizado». Esa posibilidad queda reducida por el momento a un golpe de suerte de los buscadores privados.

Los equipos han peinado 120.000 kilómetros cuadrados en el sur del Índico. La misión de hallar el avión en las profundidades marinas se antojaba complicada desde el principio. No consistía en encontrar una aguja en el pajar, se aclaró, sino en encontrar el pajar.

La moral y el dinero hace tiempo que languidecían. La operación ha costado 145 millones de dólares (unos 135 millones de euros) a Australia (país presuntamente más cercano al accidente), Malasia (propietario de la nave) y China (de donde provenía el grueso del pasaje). La tecnología actual solo permite un rastreo muy lento y costoso del lecho marino. La desaparición de un avión del tamaño de seis autobuses enfrentó ya en el siglo XXI a una incómoda realidad cuando la tecnología permite un seguimiento milimétrico de todos nosotros.

Solo tres pedazos confirmados del avión se han encontrado hasta ahora, arrastrados miles de kilómetros por la corriente hasta las costas de las islas Mauricio, la isla Reunión y Tanzania. Existe otra treintena de piezas que también podrían pertenecer al aparato malasio.

La retirada ha conmocionado a los familiares. Continuar la búsqueda es, según el grupo Voice 370, un deber forzoso en interés de la seguridad de la aviación civil. «No se debería permitir que un avión comercial desapareciese sin dejar rastro. Parar en este momento es irresponsable», denuncia.