Los equipos de rescate se esfuerzan en encontrar supervivientes entre los escombros dos días después del seísmo que asoló la isla indonesia de Lombok. Las autoridades contabilizaban ayer 98 muertos y 236 heridos, pero alertaron de que las cifras aumentarán con los cadáveres aún atrapados bajo los miles de edificios. Las tareas de salvamento avanzan lentamente, lastradas por las comunicaciones cortadas y por las pocas capacidades de un país superado por la magnitud de la tragedia.

La isla padece cortes de electricidad, falta de cobertura telefónica y la destrucción de infraestructuras como puentes y carreteras. Los esfuerzos se concentran en la parte septentrional, la más castigada por el terremoto del domingo. Los trabajadores remueven las ruinas de la mezquita de la localidad de Lading-Lading, derribada por los temblores cuando los fieles rezaban de buena mañana.

En un vídeo emitido por las televisiones locales se puede ver a un hombre tras ser rescatado. «Está usted a salvo», le dicen los soldados entre la algarabía de los vecinos. «Recemos a Dios para que aún queden víctimas que todavía puedan ser rescatadas de la mezquita… Con suerte, muchos más podrán ser salvados», escribía en su cuenta de Twitter Sutopo Purwo Nugrobo, portavoz de la Agencia Nacional de Desastres.

Nugroho desveló que los servicios de urgencia de los hospitales están desbordados y que algunos heridos son tratados en los aparcamientos. El principal centro de la localidad de Tanjung quedó muy dañado y se ha dispuesto una tienda de campaña con una treintena de camas bajo la arboleda. «Todavía no hemos pedido ayuda a la comunidad internacional. Pero si algún país quiere ofrecerla, por favor que lo haga», alentó el funcionario. La ONU ya ha respondido a la demanda.

Los principales esfuerzos se concentran en encontrar más supervivientes y en asegurar el suministro de refugio, comida y agua a los 20.000 evacuados. La isla, que sufrió el derrumbe de 13.000 de edificios, ha declarado el estado de emergencia hasta el próximo viernes.

Casi 3.000 turistas han sido ya evacuados de las islas Gili, cercanas a Lombok. En ese pequeño archipiélago, célebre entre submarinistas y mochileros por sus playas de agua turquesa y sus corales, se vivieron momentos de una gran tensión. Primero, por la alerta de tsunami, que empujó a los turistas hacia cualquier cerro o árbol. Y después, por la dificultad de subirse a los barcos de rescate.

Las autoridades están facilitando la marcha de los turistas que han acortado sus vacaciones. El aeropuerto de Mataram, la principal ciudad de Lombok, permanece abierto las 24 horas y se han añadido 18 vuelos para la evacuación. Otros viajeros han optado por ferris con destino a la cercana Bali.

El suelo no da respiro en Lombok. Más de 200 réplicas ha contabilizado ya la Agencia de Meteorología y Geofísica indonesia. Una de ellas, en la madrugada de ayer, alcanzó los 5,5 grados en la escala de Richter. El seísmo del domingo rozó los 7 grados y quintuplicó la energía liberada por el del anterior fin de semana, que había causado 17 muertos y aislado a miles de turistas en las laderas del Monte Rinjani.