Lorena y Leo tienen cuatro hijos y raro, muy raro, es el fin de semana en el que no suben a su casa de la Cerdanya. Los viernes intentan salir pronto. Tan buen punto recogen a los niños ya se meten en los túneles de Vallvidrera camino de la montaña. Es la manera de ahorrarse las colas que se forman a partir de las siete de la tarde, sobre todo en invierno, durante los meses de esquí. Este fin de semana no ha sido una excepción. Sí ha sido excepcional el rato de bajada que padecieron el domingo después de comer. Su caso no fue de los peores, pero se pasaron casi cinco horas en el coche, dos de las cuales, completamente parados a unos 200 metros del túnel del Cadí.

Se metieron en el coche a las 17.15 horas. Había empezado a nevar a mediodía, pero eran copos frágiles, de esos que se deshacen en cuanto tocan el asfalto. No fueron por la E-9, que conecta Puigcerdà con Alp, porque se olían el tráfico. Dieron la vuelta por la carretera de Bellver. El parón a pocos metros del peaje del túnel coincidió con la explosión de la tormenta. "Empezaron a caer copos gigantescos", recuerda Lorena, que admite que no fueron momentos cómodos, con los cuatro niños a bordo.

Buena previsión

El suyo, sin embargo, es un buen ejemplo de previsión, ya que cada invierno cambian los neumáticos del coche para no tener problemas con la nieve. Por eso les pareció "insólito la cantidad de gente en las cunetas sin tener ni idea de cómo colocar las cadenas", o patinando, o cruzando el vehículo en la calzada. Lorena cree que los Mossos lo hicieron bien regulando el tráfico, y que las máquinas quitanieves hacían lo que podían porque al poco de pasar, la carretera, con ese temporal, volvía a estar blanca a los pocos minutos. Llegaron a casa poco antes de las diez de la noche. Prueba superada. Cuenta que muchos de sus amigos se dieron la vuelta y este lunes han intentado regresar. Sin suerte, porque el amanecer en la Cerdanya ha sido antártico.

Amanecer en la Cerdanya, este lunes.

Sara y varios familiares subieron a la Molina en un sube y baja para esquiar. Salieron a las seis de la madrugada. Todo bien, una nieve estupenda en las pistas. A las 16 horas decidieron regresar a Barcelona. Con un comienzo prometedor: 23 kilómetros en tres horas y 40 minutos. A punto de llegar al área de servicio que hay antes del túnel del Cadí, se dan cuenta de que necesitan cadenas. Media vuelta para Puigcerdà para comprarlas. Por el camino, un bus atravesado en la carretera. Otras dos horas parados. Media vuelta otra vez y a la gasolinera de antes. "Era como en las películas americanas, de cuando vienen los tornados, con la gente como loca comprando provisiones". Ya eran las diez de la noche. En el túnel todo bien. Pero en el Berguedà todavía había más nieve. Llegaron a Berga a una media de 15 kilómetros por hora. Pasadas las dos de la madrugada se metían en la cama.

Culeando a esquiar

Anna y David suben a menudo con sus tres hijos pequeños al piso que compraron en un pueblo cerca de Puigcerdà. El viernes salieron de trabajar y empezaron a preparar la maleta. Echaron una ojeada a la previsión del tiempo y se olieron los problemas. Tras una breve cumbre familiar, decidieron quedarse en Barcelona. Aunque en su caso hay que tener en cuenta que la experiencia es un grado: conocen bien los riesgos que comporta un temporal de nieve.

Este joven matrimonio ya se las ha tenido que ver en varias ocasiones con la nieve. “Hace un par de semanas subimos a esquiar a Font Romeu y los últimos cuatro kilómetros los hicimos culeando porque la carretera tenía nieve acumulada y algo de hielo. No había peligro porque íbamos a una velocidad muy baja, pero no es algo agradable”. También el año pasado les sorprendió en Puigcerdà una nevada bíblica que colapsó la carretera que lleva al túnel del Cadí. Decenas de coches tirados en las laderas intentando colocar las cadenas. Ellos, tirando poco a poco, patinando, con visibilidad muy reducida.

David se queja de que el túnel del Cadí siga siendo de pago cuando la collada de Tosses está impracticable. “Como sucede con algunos peajes cercanos a Barcelona, como el de Martorell o el de la Roca, no entiendo que lo sigan cobrando cuando se producen colapsos tan brutales, en parte, por culpa del efecto tapón que causan las barreras. Por no hablar del precio (11,82 euros), que me parece un absoluto abuso. ¿No está ya más que amortizado?”.

Para el fin de semana que viene tienen previsto subir tres días, ya que el lunes los chavales tienen fiesta en el cole. Antes echarán una ojeada a la previsión. Si tiene mala pinta, muy a pesar suyo, volverán a quedarse sin nieve. Más vale prevenir.