A las 8 de la mañana, el ambiente era particularmente tenso en las puertas del liceo Fenelon N“tre-Dame de La Rochelle, ciudad burguesa de la costa Atlántica francesa. El examen al que iban a someterse los 527 varones del centro no tenía nada que ver con sus conocimientos docentes, sino con una investigación criminal.

Para cazar al violador de una estudiante, agredida en los lavabos del instituto, la justicia francesa ha lanzado una operación para realizar tests masivos de ADN. Un procedimiento tan extraordinario como inédito en Francia.

"Es perturbador, porque nos preguntamos quién ha podido ser. Nos decimos que hay un predador entre nosotros, con quien quizá nos cruzamos todos los días", comenta una alumna de este centro privado y católico mientras sus compañeros entran con cuentagotas en las dependencias donde la policía científica extrae las muestras de saliva.

"¿Por qué ahora, cuando esto pasó hace siete meses?", se interroga uno de los jóvenes.

La pista del interior

La víctima, una alumna de 16 años, fue atacada por detrás la tarde del pasado 30 de septiembre. Todo sucedió en la oscuridad. No pudo ver el rostro del violador. Tras descartar, una a una, todas las pistas, a los investigadores les quedó un último hilo del que tirar: la huella de ADN encontrada en la ropa de la joven. Como no corresponde al código genético de ninguno de los delincuentes que figuran en los archivos policiales, y aunque no se descarta que alguien pudiera saltar los altos muros que rodean el edificio, la justicia trabaja con la hipótesis de que se trata de alguien del interior. Según la investigación, el agresor "conoce las dependencias". Por eso, la fiscala que dirige las pesquisas, Isabelle Pagenelle, ha ordenado tomar muestras de todos los hombres que se encontraban en el centro en el momento de los hechos. Es decir, 475 estudiantes, 31 profesores y 21 miembros del personal técnico. El proceso concluirá mañana, pero debido a la complejidad de los análisis --y su elevado número-- los resultados tardarán un mes en conocerse. La ley no obliga a someterse al test, pero el que no acepte será considerado automáticamente sospechoso y puede ser detenido. "A esta edad, una violación es particularmente traumática, no se pueden dejar pasar estas cosas", argumenta Pagenelle, para quien el dilema consistía en "archivar el caso o utilizar todos los medios posibles para seguir la pista del ADN".

"La presión es importante. Si no lo haces, te conviertes en supuesto culpable", subraya un estudiante. Para el abogado Olivier Pardo, la iniciativa es cuestionable. "Se trata de una deriva peligrosa, si se pueden hacer tests en un centro educativo, ¿por qué no en un barrio entero?", denuncia.

La gran mayoría de los 1.300 alumnos del liceo han descubierto que se produjo una violación en los lavabos a raíz de la extracción de muestras. Algunas estudiantes no ocultan su estupor. "Nuestros padres nos llevan a un liceo privado para que no nos pase nada y justamente se ha producido aquí, quisiéramos saber si es alguien con quien nos cruzamos todos los días", se escandaliza otra de las alumnas.

"Queremos saber, pero en el fondo no, porque quizá sea un amigo. Eso sería insoportable. Es monstruoso hacer eso a una chica, horrible", resume un joven. Hasta el momento, nadie se ha negado a que su saliva sea analizada.