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El dato podría ser solo un preocupante anticipo de lo que les espera a los millones de turistas que no sucumbirán al miedo y recorrerán durante este verano los principales destinos turísticos de Europa, América, Oriente Próximo y el norte de África. El pasado lunes, una simple alerta de bomba que demostró no ser cierta obligó a desalojar durante unas horas la terminal 4 del aeropuerto de Heathrow, utilizada principalmente por los vuelos intercontinentales de British Airways. Más de 20.000 pasajeros resultaron afectados por la evacuación y un centenar de aviones no despegaron.

Y es que cualquier imprevisto en un aeropuerto desencadenar una alerta y el consiguiente caos aéreo, como lo prueba el cierre, el lunes durante 12 horas, del aeródromo romano de Ciampino, después de que un inmigrante sin papeles originario de Eritrea cruzara la pista de despegue. Las medidas de seguridad en los aeropuertos, que incluyen la obligación de descalzarse antes de atravesar los detectores de metales, afectarán a la fluidez del tránsito.

Ya en el lugar de destino, las visitas a lugares turísticos se realizarán entre agentes policiales y controles de seguridad. En los principales centros turísticos de Marruecos, las autoridades mantienen dispositivos de seguridad no excesivamente visibles pero sí efectivos. Israel volverá a recibir masas de turistas, tras el parón del verano pasado impuesto por la guerra con Hizbulá. En Turquía, la amenaza de Partido de los Trabajadores del Kurdistán (PKK) obligará a reforzar los controles en los centros turísticos de Estambul.

Precisamente, para comprobar el nivel de riesgo que implica cada destino, el Ministerio de Asuntos Exte