Irlanda se convirtió ayer en el país europeo a la vanguardia de la lucha antitabaco. La entrada en vigor de la nueva ley que prohíbe fumar en oficinas y otros muchos lugares públicos, como bares y restaurantes, va a cambiar la vida y los hábitos de los irlandeses.

Unos 200.000 lugares de trabajo y más de 10.000 bares se han visto afectados por una polémica prohibición, aplaudida por la mayoría y criticada por unos pocos. Sólo los hoteles, las cárceles, los psiquiátricos y las residencias de ancianos escapan a la medida.

La tradicional nube de humo en los pubs irlandeses, que flota mientras los clientes, charlan, beben cerveza Guinness y escuchan música, es una imagen que no volverá a repetirse. O eso es al menos a lo que aspiran las autoridades. Las mayores quejas las han planteado hasta ahora los propietarios de estos locales, que temen una reducción drástica de la clientela, aunque un 60% de los fumadores han declarado estar dispuestos a seguir tomando copas, aunque tengan que prescindir del cigarrillo.

Una ley inaplicable

Muchos irlandeses se muestran bastante escépticos con la orden de apagar el pitillo y consideran que la nueva ley es simplemente inaplicable, especialmente los fines de semana.

El Gobierno del primer ministro Berthie Ahern está sin embargo decidido a hacer cumplir las nuevas normas y amenaza con multas de unos 4.500 euros a los que se salten la ley. Para ello, cuenta con un equipo de 450 inspectores y 340 oficiales de sanidad medioambiental.

El ministro de Salud, Michael Martin, asegura que la prohibición mejorará la salud de miles de personas, fumadores activos y pasivos, en un país donde cada año mueren 7.000 ciudadanos por enfermedades relacionadas con el tabaco. El 67% de los irlandeses estarían de acuerdo con la medida, según un reciente sondeo, aunque no todos están convencidos de las bondades de tan sana decisión.

De momento la fisonomía de las ciudades irlandesas ha empezado a cambiar. Ayer se veían a las puertas de oficinas y comercios corrillos de empleados fumando en la calle. Muchos pubs han instalado ceniceros en el exterior y grandes estufas para hacer más llevaderas a los clientes las inclemencias metereológicas propias del país.