El presidente de Estados Unidos, Donald Trump, fue uno de los dirigentes y personalidades que se ofrecieron a Francia para cooperar en la reparación de la catedral de Notre Dame. Lo hizo ayer, en un conversación telefónica con su homólogo de Francia, Emmanuel Macron, en la que le trasladó sus condolencias por el siniestro.

Con la esperanza de que Notre Dame siga siendo «símbolo de Francia», Trump propuso a Macron la ayuda de Estados Unidos «en la rehabilitación de este símbolo irremplazable de la civilización occidental». «Estados Unidos apoya a los ciudadanos franceses, a la ciudad de París y a los millones de visitantes de todo el mundo que han buscado consuelo en esa estructura icónica», expuso la portavoz del presidente , Sarah Sanders, en una comparecencia ante los medios.

Un ofrecimiento y un mensaje que resultaron mucho más adecuados que el que había deslizado el mismo Trump apenas unas horas antes, cuando sugirió «emplear aviones cisterna» para atajar cuanto antes la catástrofe. Una posibilidad que fue desestimada horas después por el secretario de Estado francés del Interior, Laurent Nunez, quien aseguró a los periodistas que «el lanzamiento de agua desde el aire habría sido extremadamente peligroso». El comentario de Trump también fue motivo de chanza en redes sociales.