"Ando de vacaciones desde hace un par de días, en un hotel cerca de la playa. Iba todo bien hasta que han comenzado a suceder cosas raras". Así empezaba el pasado lunes 21 de agosto un relato inquietante el dibujante Manuel Bartual, que a las 17 horas del sábado 26 de agosto llevaba ya 315 entregas en forma de tweets (si no nos hemos descontado al contarlos). Una de las cosas raras que ha sucedido es la pasión que ha levantado la aventura de Bartual y su misterioso doble: cerca de 300.000 seguidores se han incorporado a su cuenta de Twitter desde que empezó el relato, y su nombre se ha convertido en 'trending topic'.

Excolaborador de 'El Jueves', actualmente dibuja en 'Orgullo y satisfacción' y diseña en la editorial de cómic Astiberri. La publicación que surgió como alternativa a 'El Jueves' anunció el pasado mes de enero que este año cerraría por no haber consolidado una base suficiente de suscriptores. Sus responsables lamentaban no haber encontrado un formato adaptado al consumo de información 'online', al haber optado por la reproducción en pdf de una revista impresa. Quizá Bartual haya encontrado una respuesta al problema. O quizá la cantidad de veneno que ha circulado en las redes desde el atentado de Barcelona ha impulsado a muchos a otra utilización de un medio como Twitter.

La narración del dibujante, sin entrar en muchos detalles, empieza con la aparición de un extraño visitante en la habitación de su hotel. A este personaje se le añade un doble de este, y otro del propio Bartual, que le sigue los pasos. En este relato, el dibujante utiliza varios recursos que van más allá del simple texto despiezado en micropárrafos.

Reproducir en formato de narración convencional el texto, reagrupado, de la primera docena de 'tweets' no hace justicia a la propuesta.

"Esta tarde estaba leyendo en la terraza de mi habitación cuando he escuchado que la puerta se abría. Y a este viaje he venido solo. Lo primero que he pensado es lo normal en estos casos, que sería alguien del servicio de habitaciones. Ya me ha pasado otras veces. Hoy, al menos, me iban a pillar con los pantalones puestos. Pero no: cuando he entrado a la habitación, me he encontrado con un hombre alto y delgado, muy nervioso, moviéndose de un lado a otro. Me he acojonado un poco. Se movía rápido, parecía registrar la habitación, o buscar algo, no sé. Le he hablado y me ha mirado. Ahí se me ha pasado un poco el acojone, porque al mirarnos no me ha parecido agresivo, sino más bien desorientado. Era una mirada triste. Me he acercado a él y me ha cogido fuerte de un brazo. Ha comenzado a hablar, muy rápido, sin apartar la mirada, pero yo no entendía nada. Al principio me ha parecido un idioma que no conseguía adivinar, pero enseguida he comenzado a reconocer palabras. Era castellano, pero completamente desordenado. Algunas frases comenzaban con las palabras en su sitio, pero rápidamente se descolocaban. Como un Yoda a mil por hora, atropellándose al hablar. He intentado calmarle, pero no ha servido de mucho. Me ha gritado algo, se ha girado y antes de irse me he fijado que llevaba una tarjeta como la que tengo para entrar a la habitación".

Bartual retransmite su indagación en falso directo, y de momento, su conclusión es desconocida.