La web del aeropuerto Borispyl de Kiev, donde se informa de las salidas y llegadas de vuelos, ha dejado de funcionar; la empresa Antonov, fabricante de aviones de transporte y orgullo del país, ha admitido que sus ordenadores estaban siendo objeto de un potente ataque informático; en el metro de la capital ucraniana, las máquinas expendedoras de billetes no permitían los pagos mediante tarjeta de crédito.

Ucrania, país que ha sufrido regularmente en los últimos años desestabilizadores ataques informáticos desde el extranjero, fue el lugar donde el virus informático ha impactado en primer lugar, antes de extenderse a diversos países de Europa Occidental. Sin embargo, a diferencia de ocasiones anteriores, esta vez las autoridades de Kiev no se apresuraron a responsabilizar a Rusia del ciberataque.

El vicedirector del aeropuerto, Pavel Ryabkin, informó a última hora de la mañana, mediante Facebook, del fallo informático y advirtió de la posibilidad de retrasos en los vuelos. «Nuestros servicios están intentando solventar la situación; es posible que se produzcan retrasos en los vuelos», indicó.

Los ordenadores de sedes gubernamentales en Kiev también se cayeron. Alrededor de las 14.30 de la tarde (una hora menos en España) el viceprimer ministro Pável Rozenko difundió por Twitter una fotografía de su ordenador dañado. «Ta-Dam! Parece que los ordenadores del Gabinete de ministros de Ucrania también han sido afectados: se ha caido el sistema», se leía en el mensaje.

bancos afectados / El Banco Central de Ucrania, por su parte, reconoció que algunos bancos comerciales y empresas privadas y estatales habían sido afectadas por el «virus desconocido». «Como resultado de estos ataques, estos bancos están experimentando dificultades a la hora de dar servicio a los clientes y de llevar a cabo operaciones», se lee en un comunicado. «El Banco Central considera que la defensa de la infraestructura bancaria contra el fraude está adecuadamente instalada», concluyó.

La empresa estatal Ukrenergo, distribuidora de energía eléctrica, tambien admitió el impacto del virus, aunque al mismo tiempo aseguró que no afectó al servicio.

Ni siquiera se libró la central de Chernobil, uno de cuyos reactores explotó en 1986 generando una nube radioactiva cuyos efectos aún se sienten. Según el centro de prensa de la Zona de Exclusión alrededor de la planta, la medición de la radiación se tiene que hacer de forma manual debido al ataque informático. La página web también se cayó.

El virus también se extendió, aunque de forma limitada, por Rusia y por países de Europa Occidental. Rosneft, el gigante ruso de los hidrocarburos, admitió en una declaración difundida por Twitter que los servidores de la compañía habían sido objeto de «un poderoso ataque informático». «El ataque» -continúa la declaración- podía haber tenido graves consecuencias pero la compañía ha aplicado un sistema de producción y procesamiento de reserva, y ni la producción ni el refinado se han detenido».