La nueva cumbre mundial sobre cambio climático, la número 20 de este complejo y lento proceso negociador amparado por la ONU, se inaugura mañana en Lima (Perú) con el objetivo de sentar las bases del tratado que debería firmarse el año que viene en París para sustituir al protocolo de Kioto de 1997. Se trata de una conferencia de perfil técnico de la que no saldrán cifras de compromisos, pero clave porque aspira a que China y EEUU, los dos grandes emisores de dióxido de carbono (CO2), se incorporen al plan para estabilizar las temperaturas terrestres. La urgencia de frenar el calentamiento global ha vuelto a la palestra.

Y el tiempo apremia si se quiere evitar que el aumento alcance los dos grados con respecto a la era preindustrial, hacia 1800. Este año, sin ir más lejos, y tras un periodo de cierto estancamiento, podría convertirse "en el más cálido desde que en el siglo XIX se iniciaron los registros globales", recuerda Ferran P. Vilar, ingeniero y analista del cambio climático. "Y eso que este año no ha habido El Niño, que suele favorecer las temperaturas más altas". El ránking actual está encabezado por los años 2010 y 1998.

195 PAÍSES Ante estas evidencias, Christiana Figueres, secretaria ejecutiva de la Convención de la ONU sobre clima, calentó ayer los motores al pedir a las 195 delegaciones presentes en Lima que adopten medidas "urgentes y osadas". El reto es frenar el aumento de las emisiones de gases de efecto invernadero antes del 2020 y empezar a reducirlas a partir de entonces.

En Lima debe perfilarse la base del tratado de París. Uno de los escollos es el grado de obligatoriedad de los compromisos que se acuerden en el 2014. "También debe definirse el periodo de compromiso (hasta el 2025 o el 2030, por ejemplo) y cómo se pueden ir actualizando los objetivos a medida que aumenten las evidencias científicas" dice Aida Vila, representante de Greenpeace. Y asimismo deben debatirse cuestiones muy técnicas, pero vitales, como la manera de calcular las emisiones de CO2 --inventarios-- entre los países que no estaban incluidos en el protocolo de Kioto, entre ellos China.

Los recientes anuncios de EEUU, que han mostrado su voluntad de sumarse al esfuerzo reductor, aunque con objetivos modestos, son un signo de esperanza. También se ha hablado mucho de la urgencia del problema en la última cumbre del G-20. "El clima está de nuevo entre las prioridades de la agenda política", ha comentado Laurence Tubiana, jefa de la delegación francesa. Quizá es que la cumbre de Copenhague del 2009, clausurada con un fracaso rotundo, llegó demasiado pronto.

FECHA LÍMITE En términos similares se expresa Elvira Carles, presidenta de la Fundación Empresa y Clima, que en Lima asesora a diversas empresas españolas. En su opinión, instituciones de todo tipo están viendo que nos acercamos a la fecha límite "y que hay que empezar a trabajar para que salga algo de París". Carles comenta que los compromisos de las superpotencias no son la panacea, "pero muestran un cambio de tendencia. Entre hacer nada y hacer poco, me quedo con lo primero", afirma. "EEUU quiere entrar en el negocio de las tecnologías limpias para ser el líder", añade Carles.

Como siempre, la transferencia de tecnología y dinero entre los países industrializados y los que están en desarrollo será clave. El compromiso de lograr un fondo verde de 100.000 millones de dólares anuales se ha quedado casi en nada.

"París no resolverá el problema, pero debe ser un punto de inflexión para que se tome conciencia de que la era de los combustible fósiles está terminando", sintetiza Vila. Como el objetivo de los dos grados es muy intangible, uno de los aspectos que se ha de negociar en Lima es qué reducción de CO2 se debe acometer y con qué calendario "para que en París se pueda hacer un reparto" de las cargas. Según Greenpeace, en el 2050 habría que llegar a niveles cercanos a cero y un suministro energético 100% renovable. "La clave es que hemos de olvidar el paradigma de que para crecer debemos consumir más energía", insiste Ferran P. Vilar.

El último informe del IPCC, el grupo de expertos de la ONU, advirtió recientemente de que estamos entrando en un camino sin retorno en el que, al margen de temperaturas más cálidas, el mundo se enfrenta a fenómenos meteorológicos extremos y problemas de seguridad alimentaria. También el informe Stern y otros análisis han recordado que el coste de la mitigación será muy superior al de una prevención a tiempo.