Si hay una enfermedad que causa pavor entre los padres esa es la meningitis. El pánico a una dolencia que puede causar secuelas muy graves o incluso la muerte ha llevado a dos de cada tres familias a adquirir la vacuna que protege contra el meningococo B, comercializada bajo el nombre de Bexsero, pese a que cuesta 106 euros la unidad y se requieren dos o tres dosis en función de la edad del niño. En total, un desembolso de como mínimo 200 euros, que puede llegar a superar los 1.000 en familias numerosas.

Sin embargo, el gran interés mostrado por los padres y la intensa campaña que la Asociación Española de Pediatría está llevando a cabo para que se incluya en el calendario vacunal común y sea financiada por el Sistema Nacional de Salud no han hecho mella en el Ministerio de Sanidad y la mayoría de las comunidades autónomas. La Comisión de Salud Pública, en base al informe elaborado por el comité técnico asesor, decidió recientemente no incluir el Bexsero porque «muestra una corta duración en la inmunización, no protege a la población no vacunada, no hay datos de su efectividad y causa fiebre alta cuando se administra con otras vacunas». Según el ministerio, la decisión no se basa en criterios económicos o políticos, sino en la «necesidad de disponer de más información sobre su utilidad y seguridad».

AUTONOMÍAS DÍSCOLAS

Todas las autonomías han seguido a pies juntillas la recomendación de los técnicos, salvo Canarias y Castilla y León, para enfado de la ministra María Luisa Carcedo, dado que estas regiones han anunciado que la incluirán en la financiación pública y han roto así el calendario común de vacunación acordado en noviembre y que solo ha durado unos meses.

Y es que el serogrupo B es el que origina más casos de meningitis, en concreto el 41% (142 infectados en el 2018), sobre todo en menores de 5 años (54 casos), aunque la tendencia es descendente. Detrás de esa bajada podría estar precisamente que las familias, de manera mayoritaria, según datos de los médicos, están haciendo el esfuerzo de proteger a sus hijos, con un gran desembolso económico. «Alguna influencia puede tener», reconoce el doctor Francisco Álvarez, del comité asesor de vacunas de la Asociación Española de Pediatría, aunque advierte de que no hay datos concluyentes.

Todavía más contundente se muestra la vicepresidenta de la Asociación Española Contra la Meningitis, Elena Moya, quien superó la enfermedad cuando tenía solo 4 años y ahora, junto a sus compañeros de agrupación, lleva a cabo una intensa labor a favor de la prevención. «La vacunación privada ha superado las expectativas y por ello los políticos piensan que, si la paga la gente, ellos no van a desembolsar un duro. Si fuera más barata, no estaríamos hablando de esta cerrazón», manifiesta a este diario. En su opinión, el problema es que las administraciones y los técnicos «miran los números», mientras que los afectados y los pediatras «entienden de nombres», los de los enfermos y sus familias. Por ello, considera que «un solo caso justifica la vacunación pública» porque «no hay ninguna otra enfermedad que haga que un bebé sano enferme gravemente o muera en apenas 24 horas».

Irlanda, Italia, Lituania, San Marino, Andorra y el Reino Unido son los países de nuestro entorno que ya están vacunando contra el meningococo B a los niños. Y la experiencia británica avala a los pediatras. En tres años, las dosis administradas han tenido una efectividad del 70%, evitando el fallecimiento de 30 niños y 277 contagios, según los datos de la asociación de pediatras.

Por el contrario, en defensa de Sanidad ha salido la Sociedad Española de Salud Pública y Administración Sanitaria (Sespas), que considera que la financiación del Bexsero en Castilla y León y Canarias «parece basarse» en criterios «políticos» y no en motivaciones «científicas». «Vacunar a todo el mundo de algo que tiene muchas limitaciones y poca utilidad real, no nos parece lo más oportuno, porque dejaría de gastarse el dinero en algo más útil», opina Joan Ramón Villalbí, el presidente de la sociedad científica.

Dejando de lado el desacuerdo en torno al meningococo B, todas las autonomías y el Ministerio de Sanidad han decidido cambiar la vacuna frente al serogrupo C que se administra a los 12 años por una tetravalente que protege frente a más cepas: la C, que está incluida en la financiación desde el año 2000, y la A, la Y y la W.

Y es que la meningitis, que produce una inflamación de las membranas que recubren el cerebro y la médula espinal, está causada por diversos virus y bacterias clasificadas con varias letras. De hecho, aunque la incidencia de la enfermedad sigue siendo baja, ha habido un incremento del 27,6% en el último año por el aumento de casos por los meningococos C, W e Y, y otros no tipables y desconocidos. De ahí que Salud Pública haya decidido cambiar la vacuna que protegía solo al C, por otra tetravalente frente a más cepas.