Varios premios Nobel que participaron como jurados en la vigésima novena edición de los Premios Rey Jaime I consideraron que la decisión del presidente de los Estados Unidos, Donald Trump, de salir del Acuerdo de París supone una «señal equivocada» a la comunidad global y tendrá un «efecto bumerán». El científico norteamericano Edward Robin, uno de los ganadores del Nobel de la Paz en 2007 y experto en la lucha contra el cambio climático, señaló en rueda de prensa que Donald Trump «no es el pueblo americano» y su visión es «muy minoritaria».

Según Robin, cuando el presidente estadounidense anunció su decisión «se unieron voces muy potentes en contra y no fue acogida con gozo, sino al contrario», y consideró que puede tener un «efecto contrario» y provocar en los ciudadanos una «mayor concienciación sobre la seriedad del asunto».

También consideró erróneo promover el empleo en la industria minera, ya que a su juicio los nichos de empleo más interesantes están en las «industrias de la energía renovable» y cree que la ciencia es la que tiene que proporcionar los recursos para la reducción de las emisiones de los gases en los próximos años.

Robin abogó por un «liderazgo» a nivel industrial y también político porque la acción contra el cambio climático, dijo, debe ser «una acción colectiva y no individual», aunque indica que no cree que ese liderazgo «venga de Washington, sino de otra parte».

«SEÑAL EQUIVOCADA» / Por su parte, Venakatraman Ramakrishnan, premio Nobel de Química del año 1991, señaló que hay un consenso muy amplio sobre el origen humano del cambio climático y por ello, lo que emite la decisión de Donald Trump, es una «señal equivocada a la comunidad global».

«Estados Unidos ha sido siempre un país innovador y líder en cualquier tema tecnológico y renunciar al Acuerdo de París envía la señal de que se marcha hacia atrás», aseguró Ramakrishnan, quien señaló que aunque el Acuerdo «no es perfecto, sí que reforzaba una conciencia global sobre que este tema debía ser abordado de forma común».

En la rueda de prensa, el premio Nobel de Química 2016, Bernard Lucas Feringa, se preguntó cómo quiere la sociedad el futuro, «a lo Trump o hacia el futuro», y alertó de que de que en 25 o 30 años la población crecerá un 25%, lo que supondrá un aumento del uso energético de entre el 60 y el 80%.

Consideró que en el futuro serán necesarias nuevas energías y nuevos materiales, una nueva revolución industrial ante ese incremento exponencial de la población.

El Nobel de Economía del 2007, Eric Maskin, señaló que en épocas de recesión la austeridad es «contraproducente», pero cuando las economías están «boyantes» y está cerca del pleno empleo, «reducir el gasto fiscal es una buena idea».

Según Maskin, en España la economía «crece bien, un 3%, pero tiene aún el desempleo y el peso de la deuda elevados. Sería prematuro insistir en la austeridad, la economía debe continuar con un crecimiento sostenido».

Respecto a la corrupción, dijo que «siempre es mala y debe ser perseguida. Las soluciones no son fáciles», y tras citar el caso de Singapur, donde la corrupción ha disminuido al aumentar las sanciones y las responsabilidades penales, dio que España «debe decidir si este es un camino o no».

También se refirió a la Educación y consideró que aunque en los jóvenes se genera un buen nivel, existe un «desajuste» entre las ofertas de puestos de trabajo y la demanda.