La jerarquía católica no tiene todavía unos «sistemas claros y transparentes» para afrontar los casos de pederastia que ocurren dentro de la institución. Lo escribe en un carta pública el fraile franciscano y cardenal de Boston (EEUU), Sean O’Malley, que es también el presidente de la Pontificia Comisión de Protección de Menores, instituida en el Vaticano por el papa Francisco para depurar los casos denunciados.

El franciscano constituye hasta hoy la voz más dura y crítica sobre la pederastia clerical, hasta el punto que en la pasada primavera criticó al mismo Jorge Bergoglio por la debilidad con la que había actuado con los obispos de Chile por la misma cuestión. El papa Francisco le dió la razón y se lo agradeció.

O’Malley ha escrito la carta mientras el gran jurado de Pensilvania (EEUU) hacía público un informe de 1.356 páginas sobre una verdadera «trama» de abusos en la que han resultado implicados 300 clérigos y más de mil menores. Se trata de un informe demoledor, que, además de los nombres y apellidos de los abusadores, lleva un especie de manual de instrucciones que estos debían seguir si eran descubiertos. «Primero, asegúrese de usar eufemismos frente a palabras reales para describir agresiones sexuales. Nunca diga violación, sino contactos inapropiados», afirma, por ejemplo, una de las normas para silenciar los casos. «Quinto, aunque un sacerdote esté violando a niños, proporciónesles casa y cubra sus gastos», dice otra.

Frente al informe, O’Malley escribe: «Seguimos avergonzados por estos fallos atroces a la hora de proteger a los niños y a las personas vulnerables, y afirmamos nuestro compromiso para que estos fallos nunca se repitan».

En la carta pública, O’Malley, que acaba de intervenir el seminario de su diócesis por cuestiones análogas, afirma textualmente que la jerarquía católica todavía no cuenta con «sistemas claros y transparentes para rendir cuentas y asumir las consecuencias para los líderes de la iglesia, cuyos fallos han permitido que ocurran estos crímenes».

La intervención del seminario se ha producido después de que dos seminaristas colgaran en las redes sociales los abusos de que eran objeto. «La crisis que enfrentamos es producto de pecados y errores clericales» y solo con la colaboración de los laicos serán «posibles la conversión, transparencia y responsabilidad que necesitamos», añade O’Malley.

«El tiempo se acaba para todos nosotros, líderes de la Iglesia», advierte el cardenal, porque a su juicio, «los católicos han perdido la paciencia con nosotros».

Según fuentes del Vaticano, Juan Pablo II, paró los intentos del entonces cardenal Joseph Ratzinger, Prefecto de la Congregación para la Doctrina de la Fe, de investigar estos casos.